Hoy pretendía publicar algo
relacionado con la Unión Europea, la cohesión de los países miembros y demás
chorradas. Pero en vista de que mis dos últimas entradas ya habrán saturado ese
tema, creo que será conveniente variar un poco.
Tengo 17 años y este verano será
la primera vez que trabaje, en el sentido estricto de la palabra (aunque sin
sueldo). Evidentemente, me siento muy afortunado de poder empezar a hacer
prácticas a una edad tan temprana e ilusionado, porque trabajar en la radio
local, aunque sea haciendo fotocopias y repartiendo cafés, es una manera
excelente de asomarme por primera vez al periodismo profesional. Pero dejemos a
un lado mis aspiraciones de adolescente impetuoso. Mi pregunta es sencilla, ¿a alguien
le ha extrañado lo de sentirme
afortunado por empezar las prácticas tan pronto? Imagino que no porque la media
de edad de los becarios y estudiantes en practicas suele rondar los 20. En
cuanto vislumbré la posibilidad de hacer prácticas tardé poco en dirigirme a la
dirección de mi centro educativo para preguntar por programas de prácticas en
empresas, algo que parece obvio encontrar en un instituto. La respuesta del
director fue la misma que la del jefe de estudios. Ellos solo administraban las
prácticas de estudiantes en ciclos formativos, es decir, a partir de 18 años.
Les faltó darme una pelota y decirme que saliese a jugar al recreo.
Me parece un ejemplo
impresionantemente bueno de cómo el sistema educativo repele cualquier tipo de
iniciativa de sus alumnos para incorporarse al mundo laboral. Luego todos
lloramos porque los estudiantes recién diplomados no dan un palo al agua y son
incapaces de mantener un puesto de trabajo, indiferentemente de sus resultados
en la clase. Me pregunto quién esgrimió el convincente argumento de que el
trabajo es contraproducente para el desarrollo académico de los jóvenes. Me
pregunto también quien decidió que tal iluminado llevaba razón. Y sobre todo me
pregunto por qué hoy en día seguimos sin incentivar el aprendizaje laboral, por
ejemplo, durante la Educación Secundaria Obligatoria.
Hace unas cuantas décadas no era
tan extraño ver niños trabajando junto a sus familiares o adolescentes que
compaginaban sus estudios con un empleo como aprendiz en cualquier taller. No
me gusta compararnos con otras épocas (pasadas y muy enterradas) y no creo que
sea muy buena idea tener a tu hijo de nueve años trabajando contigo en la
fundición, o donde sea. Pero el sistema de aprendizaje me parece una base
importantísima de la educación que se ha perdido. Entrenamos máquinas de
aprobar exámenes y eso es lo que obtenemos. En realidad ni si quiera obtenemos
eso porque las entrenamos francamente mal.
Las portadas de los periódicos
son unísonas. El resultado de las urnas griegas da un respiro a una Europa que
contenía el aliento ante la posibilidad de una fragmentación de los países
miembros. Acojonados estaban todos, bueno, estábamos. El partido conservador
Nueva Democracia, bonito nombre, ha obtenido 129 diputados de los 150
necesarios para hacerse con la mayoría absoluta. Los radicales izquierdistas de
SYRIZA consiguieron 71 diputados y los socialistas de PASOK 33. Los
conservadores se verán obligados a aliarse con los socialistas para conseguir
así la mayoría, pero éstos, contra todo pronóstico, nos sorprenden exigiendo
que la izquierda radical entre también en la coalición. De esta forma se
crearía un enorme y controvertido gobierno que difícilmente iba a conseguir
cumplir las expectativas de Europa.
A las 9 de la noche de ayer el
presidente del PASOK, Evangelos Venizelos, anunciaba esta insólita decisión. A
primera vista parece que los socialistas no quieran entrar a formar parte de un
gobierno puramente de derechas, sin duda preferirían encontrar un apoyo directo
en sus compañeros más radicales. Sin embargo, Venizelos tiene claro que su
exigencia es simplemente imposible, ni Nueva Democracia ni SYRIZA aceptarán tal
proposición. ¿Por qué entonces se molesta Venizelos en marear más aún a la
pobre perdiz? Porque está acorralado. O eso creo yo. El PASOK griego se verá
inevitablemente obligado a aceptar la coalición con el partido conservador, lo
que los pondrá mano a mano en el gobierno del país. Pero ese destino, aunque
resulte sorprendente, no agrada mucho a los socialistas. Mientras SYRIZA se
acomoda en la oposición, la coalición de Nueva Democracia y PASOK serán los
responsables, a ojos de los votantes, de todas las medidas de austeridad que
inevitablemente tendrán que imponer a la población si, como prometieron,
pretenden cumplir con el plan europeo. Con el tiempo el gobierno de coalición
se ira desgastando y quemando como les ha ocurrido a sus predecesores y a todos
los gobiernos que han vivido durante este tiempo de crisis. Y al mismo tiempo
SYRIZA se ira nutriendo de todos los votantes que, asqueados por las decisiones
de su gobierno marioneta, acabarán uniéndose a ideologías más radicales. La
historia siempre se repite.
Es natural que Venizelos le ponga
pegas a su futura alianza, de igual modo es natural que SYRIZA no se derrumbe
por no haber ganado esta vez. Personalmente, prefiero que Grecia continúe con
su politiqueo partidista y que el grueso de los votos vaya rebotando de
izquierda a derecha. Principalmente porque la alternativa se llama Amanecer
Dorado y en un país tan joven como Grecia estos radicales, extremistas,
fundamentalistas e hijos de sus respectivas progenitoras representan una
amenaza mucho más notoria que en otros países de la UE.
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Es cuanto menos curioso el matiz
que toman las palabras dependiendo del contexto en el que se utilizan. Rescate
es una palabra de raíces etimológicas un tanto confusas y que con frecuencia ha
provocado debates entre los doctores de la lingüística, debido a su similitud y
relación con el término “redención”. No obstante, jamás ha existido debate en
cuanto a su significado. Durante toda la Historia rescatar se ha considerado la
acción de recuperar mediante la fuerza o la transacción económica algo o alguien
que había acabado en manos ajenas. En la cultura grecolatina el término se utilizaba
cuando se pagaba por un esclavo o sirviente que no te pertenecía, con la distinción
de que, una vez rescatado, a dicho individuo se le concedía la libertad y no se
cargaba de deuda alguna hacia su rescatador.
Por fortuna hoy en día este
significado ha quedado obsoleto y ya no es necesario librar de la esclavitud a
nadie. De igual modo el término ha evolucionado y la cláusula que prometía la
libertad del individuo ya no está tan clara. Claro que todo depende del
contexto, no es lo mismo rescatar a un grupo de mineros que ha quedado
sepultado bajo el suelo de una cantera chilena que hacerlo con la tambaleante economía
de un país, que ha quedado sepultada bajo un tipo de interés casi tan alto como
su prima de riesgo. En el segundo caso el rescate ya no es un rescate, porque
de libertad ni hablamos, es una especie de cosa, que por falta de términos algunos
han llamado “ayuda financiera” o “colchón sin condicionalidad macroeconómica”
(éste último me encanta) y que yo, en un alarde de imaginación, voy a llamar “chupi-préstamo”.
No sé si todos tenemos claro lo
que es un rescate, perdón, un chupi-préstamo. Por si acaso lo explico, básicamente
como me lo explicaron a mí. Como todos sabemos, los Estados financian sus
servicios públicos (y otras cosas) mediante la recaudación de impuestos. Sin
embargo, ciertos acontecimientos propician que el gasto público muchas veces
superé al dinero recaudado, lo que lleva al Estado a buscar fuentes de ingresos
alternativas para pagar sus gastos y volver a poner el contador en positivo.
Aunque parezca mentira, la forma más noble de conseguir esto es pidiendo un
préstamo a los mercados financieros. Pero el préstamo no se le pide a cualquiera,
los inversores saben que endeudar a un Estado puede resultar muy muy rentable,
por lo que el Estado organiza una subasta y adjudica su deuda al inversor que
ofrezca el tipo de interés más bajo. A esto se le conoce como emisión de deuda.
Evidentemente, cuanto más firme sea la economía de un Estado mayor confianza
tendrán los inversores y menor será el interés de la deuda. De ahí que España
no obtenga un tipo de interés que baje del 6,4% y que los alemanes disfruten de
un merecido 1,2%. El chupi-préstamo se produce cuando los préstamos corrientes
tienen un interés tan exagerado que no tendría sentido emitir deuda, puesto que
sería físicamente imposible su devolución. Un préstamo se vuelve insostenible
más o menos cuando el interés supera el 7%, cifra en la que se produjeron los
chupi-préstamos de Grecia, Irlanda y Portugal. Cuando se llega a esta
situación, el Estado se ve obligado a pedir ayuda a las instituciones
internacionales, como el FMI (Fondo Monetario Internacional), el EFSF (Fondo
Europeo de Estabilidad Financiera) o el EFSM (Mecanismo Europeo de Estabilidad
Financiera). Éstos valorarán la situación del país y emitirán un informe con
las necesidades financieras más acuciantes y la inyección de capital necesaria.
La capacidad de préstamo de estas instituciones suma 750.000 millones de euros
en total.
¿Dónde está el chupi-truco? Los
préstamos de los mercados solo tienen el inconveniente de los intereses y el
tiempo límite de devolución. Sin embargo los chupi-préstamos tienen otras
características. No hay ningún tipo de interés, eso es bueno, pero el dinero no
llega como un préstamo cualquiera. La institución que lo regula establece una
serie de condiciones que el Gobierno del país en cuestión deberá cumplir si
quiere seguir recibiendo el dinero que necesita. Es decir, el “rescate” toma ahora
ciertos matices de chantaje, “o haces lo que te decimos o te cortamos el grifo
y tu país se va a la mierda”. Claro que eso no tiene mucho sentido, porque si
nuestro país se va a la mierda, nos llevamos al resto por delante.
Ante esta perspectiva la pregunta
es obvia, ¿no existe ninguna otra forma de librarse de la deuda sin recurrir a
la caridad de las naciones vecinas? La respuesta es sí. Los Estados, a
diferencia de los individuos, pueden simplemente negarse a pagar la deuda, lo
que se conoce como default. Por
supuesto, esto hace desaparecer todos los problemas económicos de un plumazo,
pero a cambio nos condenamos a una economía mínima y apartada de toda
interacción internacional. Eso sin nombrar el desastre económico que se
provocaría en los mercados extranjeros. Un default
español (o griego) arruinaría la economía del resto de Europa puesto que se
cancelaría el pago de cientos de millones de euros de deuda pública. Aparte,
por supuesto, nos veríamos obligados a responder de tal decisión ante el resto
de naciones, cabreadas y sedientas de sangre, lo cual echaría por tierra
nuestras relaciones diplomáticas.
El rescate, después de haber
contemplado atónito la ineptitud del gobierno para resolver nuestros problemas
internos, no me parece una alternativa tan mala. Aunque necesitaría otro
artículo para explicar los inconvenientes de ser intervenidos, que son muchos,
como por ejemplo la pérdida (relativa) de la soberanía del país.
Ha pasado más tiempo del que me
gustaría desde que publiqué mi última entrada. Si no me falla la memoria, que
lo hace y constantemente, creo que fue un artículo sobre cierto paquidermo
muerto a manos de cierto monarca español. Ha llovido mucho desde entonces, ¿no?
Nada me hubiese gustado más que haber estado aquí para dar mi humilde opinión
sobre todos las buenas y malas nuevas que han llenado las portadas de los
periódicos en este tiempo. Pero tranquilos, no estoy muy deprimido. Me he dado
cuenta de que en este bello mundo en el que vivimos no pasa un día sin tener
algo nuevo que contar, algo sobre lo que reflexionar o, simplemente, algo de lo
que quejarse.
A las puertas de un verano que se
presenta cuanto menos apetitoso me enorgullece e ilusiona anunciaros que, otra
vez, Nukeblog y mi cabecita están en funcionamiento. Espero sinceramente que
esta pausa en mi actividad no me haya supuesto una pérdida muy grave de
lectores. Básicamente porque creo que mi número de lectores es ya prácticamente
indivisible.
En este plácido periodo estival
espero poner en marcha algunos proyectos que repercutirán sin duda en este
blog. Planeo un cambio de diseño (ya va siendo hora de empollarme algún manual
de diseño web), también pretendo escribir para algún otro medio digital aparte
de mi blog personal y, por supuesto, espero estar más activo en Nukeblog y
escribir más asiduamente.
De nuevo, bienvenidos a Nukeblog.
Soy antimonárquico. Para qué voy
a andarme por las ramas en este tema. Y lo siento por los férreos defensores de
la corona, pero la Monarquía Española no tiene defensa posible. Es inconcebible
que en una democracia se le dé tal situación de privilegio a una sola familia
por el mero hecho de pertenecer a una línea de sangre en particular. No tiene
sentido. Y no lo digo por el dinero que nos cuesta mantener su nivel de vida,
ni por lo buenos o lo malvados que sean los miembros de su familia, ni siquiera
lo digo por el número de elefantes por corona. Si pienso lo que pienso es
porque se trata de una incongruencia social y política en la España actual. Se
ha luchado mucho por conseguir un ideal de libertad que ahora se ve truncado
por una sola profesión, la de Rey. Si yo quiero, puedo ser cualquier cosa. Si
me da por ser médico, puedo estudiar medicina e intentar lograrlo. De igual
modo si me da por ser fontanero. O periodista. Puedo ser lo que me plazca si me
esfuerzo en ello. (Al menos en la teoría) En nuestro país hemos establecido un
sistema por el cual una chica de etnia gitana de las afueras de Madrid puede
llegar a ser presidenta de España si se lo propone. Desgraciadamente no es tan
sencillo, pero al menos hemos conseguido que no haya ningún órgano jurídico que
pueda impedírselo. Sin embargo, si yo o mi amiga gitana queremos ser rey (o
reina en su caso), no podemos. Por la sencilla razón de haber salido de la
vagina equivocada. Y eso, de donde yo vengo, es un atentado a la igualdad.
Pero me temo que esta cuestión
ética no es lo que ha levantado a la opinión pública contra la Casa Real. No,
lo que ha suscitado esta indignación generalizada y repentina han sido los
incontables errores que los miembros de la primera familia española han ido
encadenando desde hace un año aproximadamente. Lo cual me lleva a pensar que de
haberse comportado como es debido a nadie le habría importado la hipocresía que
supone mantener los privilegios hereditarios en una democracia. Es triste, pero
ha sido necesaria la muerte de unos cuantos ejemplares de fauna sudafricana y
su posterior fotografía junto a nuestro monarca para que la opinión pública
acabase de escandalizarse por los despropósitos continuos de la corona y su
ambiente. Se ve que pueden robarnos, pueden dispararse entre ellos, pueden
triplicar misteriosamente el dinero que les damos, pueden fugarse del país como
alma que lleva el diablo en cuanto divisan algún problema pero, ¡por Dios! ¡Que
no nos toquen a los paquidermos!
La Casa Real y la Monarquía
tienen los días contados inevitablemente. Es una institución insostenible que
fue la mejor alternativa en su momento, pero que se ha convertido en una rémora
para las libertades españolas en general. No porque incida sobre ellas, sino
porque las desprestigia.
Tengo mucho más que ladrar acerca
de la monarquía y ni qué decir de lo que tengo reservado para el Rey. Pero mis
neuronas no dan para más esta noche y me temo que tendré que dejarme varias
ideas en el tintero a la espera de un segundo artículo que, con suerte, publicaré
mañana. Buenas noches.
Si en alguna ocasión os habéis
molestado en leerme y alegrar un poco mi contador de visitas, cosa que os
agradezco, es probable que me hayáis visto despotricar contra el derroche, la
mala gestión y, por supuesto, la podredumbre típica de las administraciones
españolas. No obstante, mi evidente falta de experiencia no me había permitido examinar
más de cerca los detalles de este problema, a mi juicio importante, y
percatarme de lo sencillo que resulta encontrarse con estas situaciones. Hace
ya unos días asistí por motivos académicos a una serie de conferencias
comprendidas bajo el título de Paseo Project. En este evento se citaron grandes
figuras actuales del diseño de infraestructuras y la tecnología aplicada al
urbanismo, con el fin de presentar sus respectivos proyectos y dar a conocer la
importancia de su labor, tanto artística como práctica. Durante aproximadamente
cuatro horas escuchamos sus respectivos monólogos, con un inglés germanizado en
algunos casos, y observamos sus proyecciones para hacernos una idea del calibre
de los proyectos que nos estaban presentando. Tengo que reconocer que, en general,
sus discursos estaban muy elaborados y pudimos presenciar un verdadero alarde
de dialéctica. La conferencia de la mañana terminó y, mientras los desarrolladores
del proyecto se regocijaban en el éxito de éste, yo saqué mis propias
conclusiones y comencé a gestar la idea de un nuevo artículo.
El mundo del arte es algo que me
fascina profundamente y considero que la preservación y el progreso de la
cultura es uno de las labores más sagradas de cualquier sociedad humana que se
precie. Pero, además de esto, creo que sé diferenciar el “arte por el arte”, la
verdadera expresión creativa, del resto de usos que se le da a la creatividad
humana, muchos de ellos de cuestionable validez ética. En varias ocasiones he
denunciado en este blog la proliferación de centros de cultura, eventos
artísticos, estadios deportivos y demás alardes de la megalomanía de ciertos
dirigentes políticos. Y es que la cultura ha sido la excusa perfecta para
infinidad de gobiernos que buscaban lavar su imagen de cara al público y, de
paso, atraer hacia su ciudad los dos únicos tipos de economía que en España
habían sido rentables hasta el 2008, el turismo y la construcción. Tengo la
suerte o la desgracia, según como se mire, de vivir en una ciudad que, aunque
cogió con algo de tardanza la ola del derroche español, ha sido la ostentosa receptora
de cientos de proyectos culturales de proporciones titánicas, como la
ambiguamente famosa Expo del Agua. Más o menos, Aragón fue la última comunidad
española en apuntarse al despilfarro indiscriminado, pero cuando lo hizo no
reparó en gastos. Y cuatro años más tarde aún seguimos pagando el inmenso e
inservible legado del tiempo en que nuestra bonanza económica nos hizo creer
que podíamos construir la Pirámide de Keops o el Arco del Triunfo y luego,
además, hacerlo rentable.
Volviendo al tema que me ocupa.
Durante la intervención de los conferenciantes españoles (ya que poco tengo que
decir de lo que hagan los extranjeros en sus respectivas ciudades) me percaté
de que lo que me estaban presentando chocaba de pleno con muchos de mis
principios. Me parece maravillosa la labor artística de estos personajes, pero
cuando el dinero y la administración pública entran en juego el tema cobra un
inusitado interés para mí. En primer lugar, nos hablaron del Centro de Arte y
Tecnología, un espacio dedicado a la creatividad y las nuevas tecnologías y
orientado hacia los creadores de diseño gráfico y artes audiovisuales. Un
proyecto que, para ser francos, a mi me apasiona. Por si a alguien le interesa
éste es el folleto informativo del Centro de Arte y Tecnología.
Realmente suena muy bien, un
verdadero sueño, sería genial pasar la tarde en ese edificio, ¿verdad? Pues la
broma cuesta más de 21 millones de euros que, en su inmensa mayoría, han salido
de las arcas públicas y que, por supuesto, no han sido abonados todavía sino
que se suman a la ya considerable cifra de deuda pública. Se trata de un gran
proyecto de construcción que cuenta con varios edificios y un espacio de 16.000
m2 (según la información del Ayuntamiento) que lleva en proceso
desde 2010, aunque extraoficialmente el proyecto es más antiguo y había sido
refrenado por falta de fondos. Por otra parte las cuentas del Ayuntamiento
sobre éste y otros edificios por el estilo son totalmente opacas, prima la
falta de información y de la poca que cae del cuentagotas del Consistorio solo
se puede deducir que se esta invirtiendo mucho esfuerzo y dinero en levantar
este proyecto. Sabiendo esto no cabe sino preguntarse si se trata realmente de
una necesidad, de una idea rentable o de un verdadero estímulo cultural. En
Zaragoza apenas hay demanda de esta clase de espacios y estamos gastando
millones (gastando hipotéticamente porque todavía no se ha pagado nada ni se ha
comenzado a producir) en el proyecto urbano de Milla Digital, al que pertenece
el CAT y tantos otros, y del que apenas hay información. Sus desarrolladores
aseguran que es necesario seguir adelante con él para perfilar su orientación
al público pero apenas hay información veraz sobre éste y todo lo que se nos
dice a la ciudadanía son vagas descripciones con cantidad de palabras bonitas,
que denotan no tener un significado real.
También nos hablaron, entre
muchos otros proyectos, del Pabellón Digital del Agua. Para quien lo desconozca
este edificio se inauguró poco después de la Expo del Agua de 2008 y es una
verdadera obra de arte de la arquitectura. Se basa en un pequeño espacio
abierto bordeado por cuatro cortinas de agua que alteran el ritmo de su caída con
el fin de representar formas o caracteres. Resulta bastante impresionante
(aunque personalmente no me parece toda una disciplina artística digna de
reverencia como piensan algunos) pero al igual que el proyecto anterior, este
edificio es un verdadero despropósito. Más de 4 millones de euros fueron
gastados en un espacio de unos 50 m2, si llega, que apenas ha
realizado 20 espectáculos para los que fue diseñado desde su inauguración. Por
no hablar de que se mantiene en continuo funcionamiento durante todo el día con
el importante gasto de agua que eso acarrea, irónico si tenemos en cuenta que
se construyó como tributo a la Expo del Agua.
Podría poner muchos más ejemplos
del titánico despilfarro que se produjo antes de la crisis y del que
inexplicablemente aun seguimos encontrando ejemplos. Pero creo que ha quedado clara
mi intención con este artículo. El gasto en cultura debe ser consecuente con la
situación actual, si bien no trato de restarle importancia frente a otras vías
de escape del gasto público. Tan solo me pregunto porque se recortan derechos
básicos como la sanidad o la educación y al mismo tiempo se invierten millones
en proyectos futuristas y fuera de nuestras posibilidades.
Nuestro objetivo es un déficit
del 5,3%. O más bien es el objetivo que Bruselas tiene para nosotros. Tenemos
que reducir nuestro déficit presupuestario hasta esa cifra si queremos que en
algún momento de nuestro futuro alguien pueda gritar “¡Tierra a la vista!”
después de años de tempestuosa crisis. Para lograrlo, hay dos vías evidentes
que había que tomar. Primero la reducción del gasto, al menos 13.400 millones
de euros deberán ser recortados del gasto público. Y en segundo lugar un
aumento de los ingresos en aproximadamente 12.300 millones. Con esas dos
cifras, y si nada va mal, habríamos conseguido alcanzar nuestro objetivo de
déficit y tener contentos a los sillones de Bruselas. Pero obviamente, la meta
es lo más fácil de clarificar, lo interesante de verdad son los medios que se
ponen para alcanzarla.
Creo que de recortes, reducciones
presupuestarias, ahorro extremo y de sus efectos sociales ya he hablado
suficiente en este blog. Y al fin y al cabo, los sindicatos ya se han
pronunciado, también la ciudadanía, y la decisión del Gobierno es férrea, los
recortes deben ser llevados acabo por imperativo. No estoy de acuerdo, pero no
os voy a dar más la brasa sobre este tema. En este artículo me he interesado
por la segunda vía de ataque del Gobierno, el aumento de los ingresos. No hay
que ser un genio para percatarse de que la inmensa fuente de ingresos que
utilizan los Estados para financiarse son los impuestos. En primer lugar, el PP
piensa recaudar unos 5.350 millones de euros adicionales aumentando el impuesto
sobre sociedades. También de gran importancia es el IRPF, que ya había sido
elevado antes de que los presupuestos saliesen a la luz y que proporcionará más
de 4.000 millones de euros a las arcas del Estado. Impuestos sobre el tabaco y
otros productos, y las nuevas tasas jurisdiccionales nos aseguran casi 400
millones más. Algunas de estas medidas son duras y aunque no lo sean seguro que
no agradan a nadie, no obstante quizá os hayáis percatado de que todos esos
millones no suman el objetivo de 12.300 marcado por el Gobierno. Me he dejado
los últimos 2.500 millones (más o menos) para la medida que más gracia y más
feliz me hace. Estoy siendo irónico.
El Gobierno piensa recaudar esa
última cifra mediante la amnistía fiscal. Para quien desconozca el término, la amnistía
fiscal o tributaria consiste básicamente en el perdón de ciertas
irregularidades económicas con el fin de obtener unos beneficios públicos. A mi
entender, es la rendición de la democracia a la delincuencia. Hacer la vista
gorda a la corrupción y dejar que una parte de la economía sumergida aflore a
la superficie generando unos ingresos antes prohibidos y muy jugosos, pero que
no son ni una tercera parte de lo que se llevan los “malos” gracias a esta
jugada del Gobierno. El plan es hacer salir a la superficie hasta 25.000
millones de euros en dinero negro, de los cuales tan solo 2.500 irán a parar a
las arcas públicas. Pero no es la cuestión económica lo que me preocupa, sino
la ética. Sin duda es más fácil intentar regularizar la corrupción y sacar
tajada que seguir luchando contra ella, es más fácil traicionar a la
Constitución (de la que no soy amigo, pero para algo está) que intentar hacer
las cosas como es correcto por una vez, y por supuesto que es más fácil apostar
por el beneficio a corto plazo, como siempre. Y pensar en el dinero que nos va
a dar en menos de un año y no en las consecuencias terribles que una decisión
tan falta de ética nos acarreará cuando el PP ya no esté en la Moncloa. Yo no
creo que en este país seamos todos avariciosos y corruptos, simplemente creo
que somos tontos.
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La huelga termina, cada cual vuelve a su casa y saca las conclusiones que le da la gana. En estos tres días todavía no he conseguido encontrar un amable samaritano que me aclare cómo fue la huelga realmente. Cada cual tiene su propia opinión sobre los resultados de la huelga. La patronal tiene claro que ésta ha fracasado estrepitosamente y no servirá para nada, ni ahora ni en un futuro próximo. Diametralmente opuestos tenemos a los sindicatos que con férrea convicción aseguran que la huelga ha sido un éxito de proporciones históricas. Y mientras tanto, inmutables al 29 de Marzo, tanto el Gobierno como los ciudadanos siguen cada uno a lo suyo. La dirección del Gobierno no ha variado lo más mínimo y las reformas presupuestarias siguen su curso impasibles a los berrinches sindicales. Más del 85 por ciento de los trabajadores sigue haciendo eso exactamente, trabajar, con una actitud de neutralidad respecto a lo que el 15 por ciento restante, los que si han ido a la huelga y están protegidos por un sindicato, reivindican con indignación.
¿Cuáles han sido los verdaderos efectos de este parón productivo? Al parecer, los efectos políticos han sido prácticamente nulos, por lo que deberíamos deducir que la huelga ha tenido unos resultados negativos, puesto que ha puesto en peligro la economía y no ha alcanzado el objetivo que se proponía. El Ministerio de Economía alemán achaca estos resultados a la falta de apoyo con que contaba la huelga, y asegura que se necesitarán mucho más que unos cientos de piquetes cabreados para frenar a Rajoy en su obcecación. Pero, ¿de verás creían los sindicatos que esta huelga iba a cambiar algo? Teniendo en cuenta lo que Rajoy se juega con los nuevos presupuestos es obvio que siga adelante aún con el total rechazo de los sindicatos. Para el presidente, y los que le rodean, su legislatura es una carrera contrarreloj. Tuvo el tiempo justo para pensar en una estrategia económica lo más rápida y eficaz posible, ha sido apremiado por la UE para presentar los nuevos presupuestos y asumir el objetivo de déficit y, por supuesto, desde el principio contó con el rechazo incondicional de los sindicatos, quienes ni siquiera le han dado cien días de cortesía (claro que no hubieran servido de mucho). Ya se la jugó demasiado, y perdió, al retrasar la presentación de los nuevos presupuestos con el fin de no perjudicar la campaña electoral de Arenas en Andalucía, gesto que le ha servido de más bien poco teniendo en cuenta los resultados de las urnas.
Rajoy se lo juega a una carta, pero esto ya lo sabía el día en que fue nombrado presidente. Si su política falla no solo se habrán diezmado los derechos laborales sino que además ese sacrificio no habrá servido para nada y nos encontraremos a merced de las decisiones de la UE. No obstante, si aciertan, muchas personas tendrán que taparse la boca y por una vez el Partido Popular tendrá motivos para mostrarse orgulloso. No simpatizo lo más mínimo con este partido político, eso lo sabe cualquiera que haya leído más de dos veces este blog, pero eso no me parece motivo suficiente para oponerme radicalmente a todas sus decisiones y no dar un voto de confianza a aquellos que han sido elegidos por la gran mayoría de los votantes españoles, sea de derechas o de izquierdas. Sindicatos, aplicaos el cuento.
Aunque el artículo inmediatamente
anterior a éste prueba mi tendencia a la esperanza ciega, de vez en cuando me
veo obligado a poner las cartas sobre la mesa y reflexionar sobre un tema hasta
darle la vuelta por completo o reafirmarme en lo que pienso. En este caso quizá
no se trate de una inversión completa, pero tengo claro que mi concepción de la
Ley de Transparencia ha sufrido cambios interesantes en estos dos días.
Quizá fui ingenuo al plantearme esta ley
como una mera reforma estética, que pretendía mejorar la imagen externa de la
política, o al menos del PP. Ahora tengo claro que se trata de una estrategia
mucho más compleja y premeditada, inteligente incluso. La ley en sí no
soluciona ninguno de los problemas que preocupan a la ciudadanía, la corrupción
tiene vía libre al igual que la ha tenido siempre. Mucho más curiosa es la
absoluta opacidad de una ley que lleva la transparencia como estandarte, como
viene siendo costumbre el Partido Popular mantiene todos sus planes bajo llave
y suelta la información con cuentagotas y en la medida precisa. No obstante se
pueden inducir ciertas conclusiones. Personalmente, me he fijado en un detalle
que me ha suscitado una cierta sospecha.
La Agencia Estatal de Transparencia (nombre
que parece sacado de una novela de George Orwell) es la encargada de recibir
las reclamaciones, denuncias y recursos de la población sobre las
imperfecciones administrativas que se detecten en cualquier tipo de organismo
público. Por decirlo de alguna forma, es el juez y policía por el que tienen
que pasar todos los casos amparados en la Ley de Transparencia. Pues bien, esta
organización no tiene el deber, ni ético ni lícito, de dar la más mínima
explicación sobre sus decisiones. Se masca la tragedia, ¿verdad? No es difícil imaginarse
la escena: Una mujer acude a la Agencia de Transparencia y denuncia con
vehemencia y algo exasperada lo que ella considera un caso inequívoco de
corrupción administrativa. No obstante, el funcionario de turno que recoge la
declaración conoce a uno de los implicados en el caso que la señora acaba de
denunciar. El hombrecillo, muy amigo de sus amigos y muy poco de la decencia,
coge el móvil antes incluso de que la mujer salga por la puerta y pone sobre
aviso a su colega de la facultad (o de lo que sea) y le advierte de que él y
sus tejemanejes corren peligro. El colega, que de pronto ha adquirido un tono
de piel blanquecino, se apresura en hablar con su jefe, un hombre de política,
convencido de sus ideas, amante de su familia y coleccionista de Rolex amateur,
no se inmuta lo más mínimo y hace alarde ante su subordinado de tener la
situación bajo control. Un par de llamadas, cuánto hace que no nos vemos, a ver
si nos tomamos una cerveza algún día, qué tal la familia, a ver si me puedes
hacer un favorcillo… y listo. La Agencia Estatal de Transparencia lleva a cabo
una investigación en profundidad del caso, se elabora un informe con todos los
detalles y se dictamina que tal acusación se trataba de una falsa alarma. Y
tranquilos, la Agencia Estatal de Transparencia, o para cogerle cariño la AET,
no tiene la más mínima intención de dejar escapar algo de información sobre
este caso y lo peor es que tampoco tiene la obligación de hacerlo. De modo que
la pobre señora, que con indignación había recurrido al “defensor del pueblo”
se encuentra un día con una notificación en su buzón que le dice, con infinitos
eufemismos, que es una mentirosa.
En fin. Es probable que penséis que
con este artículo he dejado volar mi imaginación… desgraciadamente no lo he
hecho, no mucho al menos. Esta historia es el esquema básico de por qué más de
la mitad de los casos de corrupción en España no llega a los tribunales. Más me
gustaría a mi poder dejar volar mi imaginación con este tema.
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Ley de Transparencia. Si, suena
bien. Al menos el nombre lo han clavado. El Gobierno piensa hacer con esta
propuesta de ley algo que sorprendentemente no se había hecho en casi 40 años
de democracia española. La Ley de Transparencia será sometida a “trámite de
audiencia pública” o, lo que es lo mismo, se les pedirá a los ciudadanos que
colaboren en su redacción directamente, mediante sugerencias, opiniones y
votaciones, antes de ser oficialmente implantada. Algo similar a un brainstorming a lo bestia. Para este
humilde bloguero esta idea no debería ser un caso aislado. La intervención
directa de los ciudadanos en la redacción de las leyes que más tarde tendrán el
deber de acatar. No se me ocurre una forma mejor de recordar a los ciudadanos
su condición política dentro de una democracia, algo que parece haberse
olvidado a fuerza de golpes y desengaños. No me canso de repetirlo, lo siento,
en una democracia todos somos
políticos. La idea de someter la Ley a la audiencia ciudadana me parece mejor
idea que la propia Ley de Transparencia en sí, aunque no voy a hablar de eso
hoy.
La Ley de Transparencia es un
proyecto con luces y sombras. Sin duda me parece una magnífica idea para lavar
la imagen de la “clase política” de cara a la opinión pública. No servirá de
mucho si no se utiliza correctamente, y en este punto caben dos posibilidades.
La primera y la más obvia es pensar que este nuevo proyecto no se trata más que
de una estrategia barata para recuperar una confianza perdida lo más
rápidamente posible, por decirlo de alguna forma, un maquillaje. La segunda
opción, y un tanto más onírica, es que el Gobierno se haya planteado seriamente
la repercusión de una imagen tan poco positiva de la política. Corrupción,
derroche, prevaricación, demagogia y un largo etcétera de adjetivos nada
halagüeños. Con todo ese bagaje de cualidades peyorativas es obvio que la
opinión pública, que será tonta pero no ciega, se replantee las razones que
justifican la permanencia en el poder de un colectivo tan absolutamente
podrido. Es de esperar, entonces, que el gobierno de turno que vea ante si una
larga legislatura no tenga la intención de pasar los cuatro años siguientes
entre la espada y la pared, en continuo enfrentamiento con el pueblo. De ser
así, deduzco que Rajoy habrá ponderado las opciones y, como persona con dos
dedos de frente que es, se habrá decantado por comenzar un proyecto coyuntural
que pretenda reconducir la imagen política a aguas más tranquilas, empezando
por las raíces del problema. Repito que esto es más bien una vaga esperanza.
De cualquier modo, sea una
posibilidad u otra la real, creo que esta Ley de Transparencia no es más que
una estrategia preventiva. No se trata de una ley que vaya a restructurar los
cimientos de la jerarquía política ni a combatir la corrupción a capa y espada.
Aunque no conozco el texto íntegro de la ley, con los detalles que hasta ahora
se nos han proporcionado ya puedo asegurar que esta ley no conseguirá
erradicar, quizá si diezmar, la corrupción de las administraciones españolas.
Me temo entonces que se trata de un intento por demostrar a los ciudadanos que,
al menos por parte del Gobierno, existe una cierta predisposición hacia el
cambio. Una forma de ganarse de nuevo una confianza perdida y que ahora
necesitan para volver a la senda correcta. Probablemente sea demasiado
subjetivo y soñador con esto. No me llaméis iluso por que tenga una ilusión.
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Responsable del Govern Balear entre
los años 1996-1999 y 2003-2007, ministro de Medio Ambiente desde el 2000 hasta
2003, político megalómano por excelencia, conocido por ser uno de los
presidentes autonómicos más propicios al derroche indiscriminado y, hoy,
imputado por un caso de corrupción que ha servido como noticia recurrente de
todos los telediarios de España. Jaume Matas es un hombre de mirada cansada,
arrugas en la frente y cejas alicaídas, que parece más acostumbrado a mirarse
los pies que lo que tiene delante. Y no sé si lo finge por consejo de su
abogado, pero tiene una actitud roedora que dan ganas de darle una galleta o
meterle en una rueda para que se entretenga.
Por mucha pena que nos dé este personaje y aunque se nos encoja el
corazón cuando lo veamos echando una mirada asustadiza y endeble a la cámara, a
pesar de ello, debemos recordar que Jaume Matas está imputado en uno de los
casos de corrupción que más ha salpicado en la historia de la democracia. La
sentencia que acaba de ser anunciada le condena a pasar 6 años y un día a la
sombra, se ve que el juez no es amigo de los redondeos. Y no solo eso, Matas
tiene que asistir a una quincena de piezas más, que constituyen cada una un
delito distinto por los que tendrá que rendir cuentas.
La sentencia del Tribunal todavía no
es firme y la defensa de Matas pretende interponer un recurso de casación, me
pregunto si no se cansará el pobre abogado (Antonio Alberca) de recurrir cada
una de las sentencias que dicte el tribunal, son unas cuantas. De cualquier
modo, el letrado tiene la firme intención de recurrir la primera sentencia de
su cliente y también pretende evitar su estancia en prisión lo máximo posible
hasta que la sentencia se imponga. Para conseguir esto alega, simplemente, que
Matas no representa el más mínimo peligro de fuga por lo que es suficiente
mantenerlo confinado en su domicilio sin necesidad de enviarlo a prisión.
Aunque es probable que se le conceda esta indulgencia no creo, en absoluto, que
el recurso vaya a conseguir nada, la sentencia seguirá su curso, y aun en el
caso de que no fuese así a Jaume Matas le quedan numerosos juicios a los que
asistir y, por desgracia para él, no cuenta con muchas bazas en ninguno.
Este caso ha levantado muchas ampollas
y polémicas ya que se ha tragado a personajes tan conocidos como Iñaki Urdangarín
o el propio Jaume Matas. Es un caso peliagudo de tratar, tanto por la parte de
la defensa como la acusación. Muchas personas creen, sin embargo, que el expresidente
no llegará a cumplir la condena íntegra, y tiene razones para creerlo. Se han
dado muchas ocasiones en las que el imputado ha salido airoso del caso de
corrupción en el que se encontraba inmerso, lo más gracioso del chiste es que
en todos estos casos el acusado era un político de cierto renombre y, como buen
político, con buenas relaciones. No obstante, resulta difícil de creer que
Matas pueda librarse de cumplir la condena después de haber revolucionado los
televisores de todos los hogares españoles y haber sido la última moda de todos
las portadas de periódicos. Si el PP intercediese en la condena, ni que decir
de un indulto, una masa de ciudadanos enfurecidos se les echaría a la yugular.
No creo que el pobre señor Matas consiga salir de la trampa para ratones en la
que el mismo se metió por un poquito más de queso.
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Puedo contar con los dedos de la
mano las pocas veces que he estado por completo de acuerdo con las palabras de
Ignacio Escolar. Periodista español de considerable reputación pero cuyo nombre
siempre va ligado a la misma connotación: “rojo”. Y no es para menos. Fundador
y columnista de Público, ocasional firma en Estrella Digital, colaborador de la
Ventana, en Cadena SER. Su historial te avisa de antemano para que leas todo lo
que escribe con cautela, sabiendo que en cualquier momento soltará algún
mordisco dialéctico al “equipo contrario”. No obstante, considero que Escolar
defiende su postura de una forma realmente respetable y, aunque de vez en
cuando roce la subjetividad, suele
ceñirse a la realidad y no mentir, quizá ocultar la verdad, pero no mentir.
Dicho esto, creo que puede
resultar interesante el nuevo artículo que Ignacio Escolar publicó hace poco en
su blog. Trata sobre la sanidad española. Puede servir como respuesta a la
horda de gente convencida de que el modelo sanitario español es insostenible
para nuestra economía. Los recortes en sanidad son de las pocas medidas de la
era Rajoy que realmente me han molestado. Básicamente porque no lo entiendo.
Hay cientos de agujeros en los que se derrocha el dinero y tienen muchísima
menos utilidad que la sanidad. Los populares pueden ser muchas cosas, pero no
creo que sean tontos (aunque esto lo digo sin mucho convencimiento), y me
resulta sospechoso esta obsesión por privatizar un servicio público totalmente
eficiente de por sí e imponer un copago para financiarlo, siendo que se
caracteriza por ser de los más baratos de Europa.
La sanidad española en tres gráficos – Ignacio Escolar
Tras mi letargo estudiantil de
estas últimas semanas ha sido toda una experiencia volver a leer algo sabiendo
que no tengo que examinarme sobre ello. Y después de esta grata sensación me he
encontrado con ciertas sorpresas que no estaban ahí cuando me fui. Sorpresas
que no han sido necesariamente agradables. Nada más volver me encuentro con un
panorama grisáceo en este mundillo periodístico del que estoy enamorado.
Primero una noticia ya bien conocida pero poco estudiada, las páginas de Público
no volverán a ser impresas. Antes de que en vuestras cabezas me tildéis de
adorador de la prensa izquierdista os diré que Público no me suscita más entusiasmo
que la Gaceta o el Mundo. Por poner un ejemplo, para mí un periódico subjetivo
que no reconozca su subjetividad sería la segunda opción en caso de agotarse el
papel higiénico. Perdón si he sido demasiado gráfico. Público era un diario,
como tantos otros, que no sigue lo que a mi me parece un ideal básico del
periodismo y por lo tanto no es para mí una lectura de culto, ni mucho menos.
No obstante su pérdida es casi como una condena para el pluralismo de la prensa
española. Aunque para mi el diario perfecto sería aquel que se guiase por un
objetividad inamovible (e irrealista, desgraciadamente) y dejase los artículos
de opinión a elección de sus periodistas, también reconozco que en España
existe, o existía, un cierto equilibrio de opiniones mantenido por el constante
forcejeo de medios derechistas e izquierdistas. Sin embargo, varios hechos han
propiciado que esta delicada balanza se venza exageradamente hacia la derecha.
Al agotarse la vida en papel de Público se ha perdido también uno de los
estandartes de la prensa izquierdista, lo que ya de por si desequilibra mucho
la metafórica balanza.
Pero también hay otras razones por las que la prensa
escrita española se está inundando de un conservadurismo que amenaza con coartar
la pluralidad de opinión. El País, que por decirlo de alguna forma es el
hermano gemelo benévolo de Público, se ha desmarcado mucho de su anteriormente
intenso carácter izquierdista. Ciertos hechos, ligados normalmente con las malas
relaciones entre el diario y el anterior gobierno socialista, propiciaron el
alejamiento del País hacia posturas más neutrales, que no necesariamente
objetivas. Por otro lado tenemos a Radio Televisión Española. Una cadena que
había mantenido una actitud objetiva y neutral de una forma casi heroica,
sobreviviendo a la legislatura socialista. La política del PP respecto a la
prensa pública ha sido mucho más contundente que la de sus antecesores
socialistas. El carácter de RTVE no hacía ninguna gracia a los mandatarios
populares, que parece ser que no entienden una televisión pública que no puedan
manejar. Aunque les ha costado, me temo que la televisión pública en España ha
sido doblegada a los intereses del gobierno de turno.
Con estos y otros hechos
similares el conservadurismo se ha impuesto en el clima periodístico nacional.
Pero esto no es malo, ¿no? Al fin y al cabo, si las elecciones le han dado la
mayoría absoluta a un partido de derechas eso significa que una gran parte de los
españoles esta de acuerdo con sus ideas y, por lo tanto, exigen una prensa que
se adapte a su forma de pensar, unos medios que se habitúen a la nueva
mentalidad española. Un triunfo de la democracia, como tantos otros. Sin
embargo, tengo una pregunta. ¿En qué momento ha comenzado la población a
manipular los medios y no al revés?
Volver a escribir sin necesidad
de memorizar lo que escribo es un verdadero alivio. Casi un mes de exámenes
acaba con las energías de cualquier estudiante y yo no soy una excepción. Me
alegra sobremanera poder escribir esta entrada, anunciando que pienso restablecer
mi anterior ritmo de publicación. Me sorprende que el contador de visitas se
haya mantenido tan activo durante este
tiempo y creo que debo agradecer esto a todos los que en algún momento
decidieron pasearse por el blog, aunque fuese para comprobar que mis exámenes
continuaban manteniéndome apartado del ordenador.
De nuevo, bienvenidos a Nukeblog.
Esta mañana un par de chicas de
un curso superior se han personado en la clase, con una mezcla de timidez y
coraje activista que ha conseguido emocionarme. Conforme hablaban parecía que
su discurso se envalentonaba y sus palabras perdían el tono apagado con el que
habían comenzado. Pronto nos sorprendieron hablando enérgicamente sobre las
catastróficas medidas de opresión a las que el gobierno popular iba a someter a
los indefensos estudiantes. Aunque se ganaron toda mi atención no me
sorprendieron lo más mínimo, es más, llevaba un par de días esperando ese
discurso revolucionario. Llevaban un fajo de papeles cuya finalidad se hizo
evidente al poco de empezar la improvisada conferencia, supuse que en breves
momentos nos pedirían amablemente que nos uniéramos a su noble causa estampando
nuestra firma y DNI en la casilla correspondiente. De los 28 estudiantes que en
ese momento las escuchábamos, firmaron aproximadamente unos 20. Yo me abstuve
de firmar, ante el asombro de más de uno.
No suelo firmar nada sin haber
comprobado antes la veracidad de lo que firmo, una buena costumbre que me han
inculcado a fuego. Las razones para llevar el colegio a la huelga son claras, según
las dos representantes de la vox populi, los recortes en Educación. Lo curioso
es que estos recortes no son una realidad sino una premonición de lo que hará
el Partido Popular en el futuro (y digo premonición porque su programa sigue
destacando por una impenetrable opacidad). Me ha resultado graciosa la
afirmación que estas dos chicas han esgrimido como un argumento inamovible: “Los
estudiantes de algunos institutos valencianos han tenido que llevar mantas al
colegio porque les habían dejado sin calefacción”. En Valencia se han pasado el
invierno oscilando una media de 14 grados, pero aun en el caso de ser verdad no me parece un argumento muy
solido para llevarnos a otra huelga.
A mí que unos cuantos institutos
de Valencia no tengan calefacción me la trae floja, sin ánimo de ofender. No me
malinterpretéis, el liberalismo económico del PP me parece una ofensa a la
libertad digna del siglo XIX, pero de alguna forma hay que salir de este pozo
de barro en el que nos metió el capitalismo y nos hundió el socialismo. Y nos
guste o no, la forma de remontar el
vuelo es quitándonos peso (en realidad hay otras vías, pero gozan de menor
aceptación). Claro que hay infinidad de agujeros en los que se derrocha el
dinero y deberían sufrir antes los recortes que la Educación y la Sanidad. Pero
primero localicemos esos agujeros, verifiquemos su existencia y después
salgamos a la calle a denunciarlos, no al revés.
Era de noche y hacía frío, de ese
frío que no respeta ni los guantes ni las bufandas ni todo lo que quieras
ponerte, y eso que más o menos todos habíamos bebido lo suficiente para tener
el estómago caliente. Una noche de sábado como tantas otras, en las que nos
pasamos las leyes urbanas por el forro y nos alcoholizábamos en el parque de
turno. Ya empezando por ahí, la cosa no está muy bien vista. Pero no fui yo
quien votó (ni mucho menos quien redactó) la normativa que regula una
prohibición tan absurda, como es negar el derecho del menor a drogarse libremente
en el mismo espacio en el que los niños juegan con sus padres. Después de
conseguir boletos para una intoxicación etílica, decidimos que se había hecho
hora de meternos en el cuerpo algo más que licores y etanol. Esto dio paso a la
inevitable y existencial discusión de dónde cenar. Multitud de argumentos se
batieron en un duelo dialéctico sin coherencia alguna, el precio, la calidad,
la cercanía, etc. La plática ininteligible y los esporádicos improperios
proferidos por los borrachos se mezclaban con las desesperadas instrucciones
que, como pastores de cabras, gritaban los pocos que gozaban de indeseada
sobriedad. Sin explicación aparente la manada comenzó su migración, un camino
tortuoso y lento, plagado de paradas, golpes contra farolas y risas absurdas
pero de fácil contagio. Por el camino imagino que se daría toda una suerte de
actos “vandálicos” y canciones a coro y a capela, que no dejarían indiferentes
a los vecinos del lugar. La estela que dejamos a nuestro paso debió ser tanto o
más singular que la propia comitiva, una labor que en cierto modo debiera ser recompensada
puesto que en conjunto generamos más trabajos de barrendero que el
ayuntamiento. Aunque no lo recuerdo con precisión, deduzco que cenar y vomitar
fue todo uno para unos cuantos comensales, que salieron disparados en dirección
a unos aseos que, por suerte, esta vez estaban lo suficientemente cerca.
Mi intención con esta anécdota, a
medio camino entre la ficción y la experiencia real, es retratar la paradoja de
una ley que no se hace cumplir. Más bien, sucede al contrario. Desde que
entramos en la pubertad, los jóvenes nos vemos precipitados, empujados, hacia
un consumo ilegal de una droga tan extendida que puede considerarse patrimonio
de la humanidad. Las quejas, las denuncias y las prohibiciones no compensan una
balanza que se declina continuamente hacia este consumo, que se vende como
indispensable a la hora de sociabilizar. Incluso en aquellos que se niegan en
redondo a introducir en su organismo nada mínimamente nocivo, quizá porque la
presión familiar pueda más que la grupal o simplemente porque el adolescente en
cuestión tenga unos ideales de hierro (cosa extraña), se ve igualmente empujado
a acudir a estos “eventos” y tomar parte de igual forma en una acción ilícita.
Sin embargo, y a pesar de las denuncias continuas y de la mala fama se la que
esta práctica goza en los medios, las autoridades apenas le dan importancia y
relajan el control de los botellones
como no lo hacen con ninguna otra ilegalidad. Esto, bajo mi punto de vista, se
debe a diversos factores. El primero y quizá el más importante, a simple vista,
es la dificultad que conllevaría procesar cada uno de los casos de consumo de
drogas en la vía pública, cuando estos se dan por miles cada fin de semana.
Pero realmente, si se quisiese aplicar un mayor control tan solo sería
necesaria una mayor actividad de las autoridades durante un corto periodo de
tiempo, que sirviese de ejemplo y amedrentase a los próximos que se aventurasen
a divertirse con patrullas de la policía merodeando por las zonas más activas.
Ha de haber entonces razones de mayor peso para que no se apliquen medidas. La
más probable es, como siempre, los intereses económicos. Las productoras de bebidas
alcohólicas perderían un gran sector de venta si los menores se viesen
obligados a buscar vías de entretenimiento alternativas. Pero no siempre los
malos de la película son las tabacaleras, o en este caso la industria de las
bebidas espirituosas. Realmente hay cientos de negocios que se benefician de
esta marea de jóvenes que sale con ganas de gastar y consumir todos los sábados.
Incluso me atrevería a creer que la propia estructuración de la sociedad nos
invita maliciosamente a, llegados a una edad prudente, aventurarnos a un mundo
que nos era indiferente cuando teníamos unos pocos años menos.
No entiendo la implantación de leyes
que no van a ser cumplidas. Si realmente fuese necesario extirpar este problema,
que a mi juicio hace tanto bien como mal, mi consejo es el mismo que el de Sócrates: “No
son necesarias cárceles sino escuelas.”
Este es el lema unánime de los
manifestantes que ayer protestaron de nuevo por las detenciones de 10 de los
suyos, ejecutadas por el cuerpo de policía el jueves 16 de Febrero. Ese día se
citaron a las puertas del instituto Lluís Vives de Valencia varios movimientos
de protesta por los recortes en Educación. La congregación, que llegó a
alcanzar varios centenares de personas entre estudiantes y representantes
sindicales, se apostó en la calle Xátiva y cortó la afluencia de tráfico en esa
calle, muy transitada, de Valencia. La intervención policial se hizo inevitable
cuando, según fuentes de la policía, algunos manifestantes comenzaron a
zarandear el vehículo de una ciudadana que trataba de cruzar la calle sin
demasiado éxito. La conductora fue ayudada a salir de su coche y tuvo que ser
atendida por un ataque de ansiedad. Tan solo hubo un detenido por este
incidente. Más tarde se produjeron otros cuatro arrestos justificados, según la
policía, por la agresión que sufrió un agente, ahora lesionado, que trataba de
reprimir la marcha junto a sus compañeros. Los establecimientos de la zona
sufrieron también los estragos de la protesta, por lo que se produjeron otras
dos detenciones. Ese mismo día, por la tarde, una concentración ante la
Jefatura de Policía se saldó con una carga y el arresto de otras dos personas.
En Castellón las protestas acabaron con el décimo y último detenido de la
jornada.
El viernes se repitió la concentración,
que de nuevo inundó los alrededores del IES Lluís Vives. Esta vez la protesta levantó
una mayor polémica fuera de los límites de la Comunidad Valenciana. La noticia
de las brutales cargas policiales se encendió como la pólvora en las redes sociales
con el hashtag de #LluisVivesSinMiedo y se convirtió rápidamente en una jugosa
noticia para los medios de comunicación. La protesta acabó con seis detenciones
que se suman a las diez que se practicaron el jueves, de las cuales tan solo dos
personas han salido en libertad sin cargos. En esta ocasión se contaron nueve
heridos, de los cuales cinco son agentes de la ley, un joven con una herida en
la mano, una chica hospitalizada en el Clínico de Valencia por una herida en la
cabeza y dos hombres con contusiones leves.
La desproporcionada actuación
policial, que cargó contra cientos de manifestantes entre los cuales se
contaban un gran número de menores, ha despertado la indignación de muchos
colectivos que ahora se proponen denunciar a los responsables. STEPV-Intersindical
Valenciana exige la inmediata dimisión de la delegada del Gobierno Paula
Sánchez de León. Quien ha recalcado su apoyo a la intervención de la policía
mediante un comunicado emitido ayer. Por su parte el foro del IES Lluís Vives
se llena de protestas contra la actitud policial y toman como lema de su
denuncia el insulto con el que uno de los agentes se dirigió a una alumna del
centro: “No tienes cuerpo ni de puta”.
La delegada Sánchez de León ha convocado
una reunión de los responsables de los partidos con representación en Les Corts
con el fin de discutir sobre “la proliferación de concentraciones no
comunicadas”. Aunque algunos de estos partidos no quieran hablar sobre este
tema, sino más bien sobre la pronta reprobación de la responsabilidad de
Sánchez de León en la orden policial.
Imágenes vía Periodismo Humano
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Reducción de la indemnización por despido improcedente. Hasta ahora
cuando un empresario despedía a un trabajador sin causas económicas o laborales
evidentes, éste tenía el derecho a cobrar una indemnización por despido improcedente.
Esta indemnización consistía en un salario variable que le correspondería
durante 45 días por año trabajado, con un máximo de 42 mensualidades. Con la
nueva reforma esta indemnización se reduce drásticamente, dejando una cifra de
33 días por año trabajado y tan solo 24 mensualidades de tope. Esta medida,
aunque socialmente muy criticada y aparentemente precursora del despido
indiscriminado, es también una forma excelente de asegurar la pronta
recuperación de las empresas. También es necesario apuntar que esta medida no
tiene carácter retroactivo, es decir, no perjudicará a quienes estén cobrando
una indemnización justificada por un despido anterior.
Facilitación del despido por causas económicas. Por la misma razón
que se reducirán las indemnizaciones por despido improcedente también
desaparecerán las provocadas por un despido de causas económicas. Esto
significa que las empresas que aleguen una situación negativa y pérdidas
económicas reales o previstas podrán recortar su plantilla sin verse obligados
a pagar los 20 días por año trabajado que anteriormente se les exigía.
Fomento del empleo juvenil. Esta era una medida más esperada, al
contrario que las dos anteriores. Se emplearán distintas estrategias, como la
capitalización total de la prestación por desempleo en jóvenes autónomos o la
ampliación de la edad para aceptar contratos de aprendizaje.
Colaboración entre las empresas de colocación de trabajadores. Otra
medida innovadora y más interesante es la planeada colaboración entre las
agencias de Trabajo Temporal (ETT) y los organismo públicos dedicados a la
recolocación de trabajadores en paro. De esta forma se espera aumentar el
escaso porcentaje de parados que el INEM conseguía colocar en nuevos puestos de
trabajo, aproximadamente un 3%.
Lucha contra el fraude. Como todas las reformas laborales ésta
intenta eliminar el absentismo y fraude, nada nuevo. No obstante si que
presenta un fórmula nueva y que ya había sido comentada en el pasado. El
Gobierno planea impulsar a los trabajadores en paro a realizar tareas de
servicio público en beneficio de la comunidad. Mediante este método se establecerán
los criterios con los que ajustar la prestación por desempleo, es decir, el salario
será mayor o menor en función del servicio que se preste durante el periodo de
paro.
Supresión de los privilegios en convenios y permisos para ERE. Esta
medida les resta mucha importancia a los sindicatos y es una de las razones por
las que éstos se han opuesto al plan de reforma. Se vetará la “ultraactividad” de
los convenios colectivos, que permitía una prorrogación casi ilimitada de lo
pactado en dichos acuerdos. Además se le da mayor relevancia a los convenios de
empresa por encima de los de nivel superior
y se eliminará la autorización administrativa antes necesaria en casos de
expediente de regulación de empleo (ERE).
Prohibido el encadenamiento de contratos temporales. Esta prohibición
vuelve a aplicarse después de que el Gobierno socialista la retirara como
medida temporal.
Sanciones en la indemnización de directivos bancarios. Los
directivos que sean sancionados por una mala praxis de su labor en entidades
bancarias serán apartados de su indemnización por despido.
Implantación de un contrato específico para emprendedores. Se
creará un nuevo modelo de contrato indefinido especializado en jóvenes
emprendedores y empresas pequeñas y de temprana fundación. Este contrato
asegura un 25% de la prestación de paro que durante un tiempo el trabajador
seguirá cobrando y el empleador podrá deducirse un 50% del coste empresarial.
Incentivos para la formación laboral. La reforma también incluye el
derecho del trabajador que haya sido contratado con el modelo anteriormente
citado a 20 horas de formación anuales que saldrán de los fondos de la empresa
empleadora.
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Me he rebanado los sesos este
Domingo para poder ofrecer un análisis relativamente acertado de la reforma
laboral propuesta por el ala económica del Gobierno. A pesar de mi ya remarcada
hostilidad hacia los temas económicos entiendo que en este caso se vuelve
necesaria una entrada en relación a un paquete de medidas tan polémico. La
reforma es inminente y sus efectos, aunque a medio plazo, supondrán un batacazo
contundente al panorama económico en España. El texto íntegro de la carta es
cuanto menos soporífero, no obstante dejo el enlace por si alguien no se fía de
mi análisis y tiene el valor suficiente de leerlo e interpretarlo de nuevo. Vía
elPais.com:
Me niego a resumir todo el
contenido del texto, de modo que, siguiendo el ejemplo de numerosos diarios
digitales, he comprendido las claves más
destacadas en un sumario de tan sólo 10 puntos.
- Reducción de la indemnización por despido improcedente.
- Facilitación del despido por causas económicas.
- Fomento del empleo juvenil.
- Colaboración entre las empresas de colocación de trabajadores.
- Lucha contra el fraude.
- Supresión de los privilegios en convenios y permisos para ERE.
- Prohibido el encadenamiento de contratos temporales.
- Sanciones en la indemnización de directivos bancarios.
- Implantación de un contrato específico para emprendedores.
- Incentivos para la formación laboral.
Muy probablemente este pequeño
resumen no pueda compararse a la complejidad de la reforma, muchos otros medios
han realizado un examen más exhaustivo del texto. Sin embargo he tratado de
extraer las ideas más representativas de la reforma y las que más impacto
social van a tener en primer momento. Hay muchas más medidas que no suponen una
gran innovación y que dependerán del uso que se les de en el futuro. A grandes
rasgos y según la opinión de los expertos, esta reforma no supondrá un cambio
positivo realmente apreciable. Al contrario, en algunos casos se afirma que
estas medidas empeorarán la situación económica. Algunos periodistas se atreven
a acusar la carta de fomentar el desempleo y de aportar soluciones a corto
plazo, desoyendo las amenazas del futuro. Personalmente creo que la reforma
tiene pros y contras por igual, de modo
que es difícil tacharla de buena o mala. De lo que si se le puede tildar es de
acusadamente liberal, claro que esto era una característica predecible dada la
inclinación política del Gobierno. Más allá de mis desacuerdos con ciertos
puntos de la reforma, creo que se trata de unas medias realizadas apresuradamente
y sin tener en cuenta la complejidad del problema que afrontamos. Probablemente
esto es así debido a la presión que desde la cúpula europea está sufriendo el
Ejecutivo español.
Mañana publicaré un artículo para analizar de forma más pormenorizada cada punto de los diez citados anteriormente.
Mañana publicaré un artículo para analizar de forma más pormenorizada cada punto de los diez citados anteriormente.
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Francotiradores. No puedo imaginar que un político, sea cual
sea su condición, decida apostar francotiradores entre los edificios de una
ciudad con la orden de disparar al menor indicio de sublevación. En ciudades
como Homs, cuya calle principal ha sido apodada por sus habitantes como la Avenida de la Muerte, el gobierno sirio trata de ganar la guerra psicológica mediante el miedo que
estos asesinos invisibles provocan en la población. Caminar por la calle con la
sensación constante de encontrarte en el objetivo de un fusil, con la certeza
de que en cualquier momento un hombre a cientos de metros puede volarte la
cabeza, no concibo sensación más angustiosa. Y eso no es todo. Órdenes directas
del alto mando sirio son las responsables de miles de muertes causadas por el
fuego de mortero. Puedo llegar a comprender con infinita repulsión un bombardeo
sobre una ciudad enemiga en caso de guerra abierta, incluso es posible que en
el fragor del conflicto los soldados abran fuego contra los sublevados con la
intención de hacerles retroceder. Pero la orden de bombardear con granadas de
mortero a una concentración de civiles inocentes y pacíficos, dentro de las
propias fronteras del país y sin existir siquiera una guerra civil explícita,
es tan despreciable como carente de sentido. Matar a tu propio pueblo. No en
defensa del gobierno, sino como represalia, conscientemente, en demostración de
poder y ejemplo de castigo. Una acción así no solo es un acto atroz, es el
punto y final de un régimen. Cuando el gobierno recurre a la violencia y a la
muerte para mantenerse en el poder, es que ya lo ha perdido. Cada vez que
Bashar Al Assad acribilla a un levantisco, cada vez que viola y mata a una
mujer, cada niño que deja morir de hambre, no crea un muerto más que arrojar en
la fosa, crea un mártir. Mártires que
serán los que caben la sepultura del dictador, personas que con crueldad fueron
alejados de la vida siguen viviendo en la memoria de aquellos que lucharon por
salvarlos, alimentando su odio, su rabia, su deseo indomable de venganza.
Llegados a este punto probablemente haya conseguido hacer hervir la
ira de más de uno e incluso sentiréis un tenue deseo de venganza por una
injusticia de la que no tenéis consciencia y que se produce a cientos de
kilómetros. Pero no es sed de venganza lo que quiero estimular con este
artículo, sino simplemente repulsión. Soy contrario a la violencia por
naturaleza y creo sin duda alguna que hay valores mucho más importantes que la
venganza. No coincido con aquellos que creen que la justicia consiste en el ojo
por ojo, la muerte de un hombre no devolverá la vida a los 6.000 que la
perdieron por sus actos. Durante mucho tiempo la revuelta siria se caracterizó
por una actitud absolutamente pacífica y bienintencionada, en contraste con la
cruel violencia que desde el principio las autoridades utilizaron en su contra.
Por desgracia resulta complicado mostrarse pacífico cuando tus seres queridos
corren el riesgo de ser despedazados por la explosión de un mortero. No se
puede calificar de revolución lo que los rebeldes sirios están realizando,
porque en realidad no es más que una defensa desesperada contra las fuerzas
armadas de un régimen que parece tratar de erradicarlos más que de acallarlos. Pero
a fuerza de sufrimiento la guerra se hace cada vez más real y llegará el
momento en que el pueblo sirio se hará fuerte frente a su opresor. Y entonces
el baño de sangre se multiplicará.
El reportero Abu Salah recoge el
cuerpo inerte de una niña despedazada.
La ciudad rebelde de Homs,
derruida y acribillada mor la metralla.
(Imagen de Periodismo Humano)
Hacerles callar fue la prioridad del gobierno, al igual que en
el resto de países que vivieron la Primavera Árabe, nada más empezar las
protestas. Era necesario suprimir al mínimo posible la comunicación entre los
ciudadanos y aún más que la información superase las fronteras de Siria. Al
igual que en Egipto, la ley siria contempla una cláusula especial para casos de
emergencia en la que se permite explícitamente la detención y el
ajusticiamiento sin proceso de periodistas y divulgadores en general. Esto se
traduce en la muerte de dos reporteros internacionales, la de tantos otros
periodistas sirios y el encarcelamiento de infinidad de personas acusadas de
decir la verdad. Pero actualmente frenar el flujo de la información es una
tarea tan titánica que ni el gobierno sirio ni todos sus coetáneos árabes
podrían conseguir realmente. El régimen de Al Assad trató de cerrar en primer
momento toda conexión a Internet, no surtió el efecto que esperaban puesto que
miles de usuarios consiguieron publicar videos, imágenes y escritos mediante
sus contactos en el exterior. Como respuesta el gobierno decidió abrir la
puerta a páginas como Twitter o Facebook, pero esgrimiendo una terrible censura
sobre la libertad de expresión. Por estos medios no saldrá ningún comentario
que el gobierno no quiera oír. Para el resto del mundo también resulta difícil
encontrar información fiable sobre lo que realmente ocurre dentro del país. Por
un lado, la versión oficial asegura que la gran mayoría de las víctimas se
encuentra en el bando de Al Assad y que la cifra de muertes no es tan exagerada
como otros medios tratan de hacernos creer. Contrariando a estas afirmaciones
tenemos a decenas de reporteros occidentales que se juegan la vida
cartografiando punto por punto el conflicto y que aseguran que los muertos
ascienden a más de 6.000 y que la nación se ha convertido en un infierno
insufrible para los que se oponen al régimen. Nuestros periodistas se ven
obligados a pasar las fronteras ocultos y permanecer alejados de las
autoridades en todo momento, en caso de caer en manos de la policía su mejor
opción de futuro podría ser una larga temporada en un calabozo. La otra opción
es mejor no mencionarla.
La frontera con Akkar, región de Líbano fronteriza con Siria,
se satura de refugiados que tratan desesperadamente de abandonar su tierra
natal porque temen que se convierta en su tumba prematura. Cientos de
inmigrantes cruzan la frontera con la esperanza de ser bien recibidos en el
país vecino. Muchos de ellos no se registran porque temen ser expulsados por
las autoridades libanesas, que no dan abasto para atender a tal cantidad de
personas. El ejército libanés se ha desplegado en esta región para tratar de
frenar, o al menos desviar, una marea de personas que amenaza con colapsar
todos los hospitales y servicios locales. La frontera con Akkar se encuentra a
unos 30 kilómetros de la ciudad de Homs, esto la convierte en el destino por antonomasia
de todos los refugiados sirios. Sin embargo, esos 30 kilómetros se convierten
en casi 100 ya que es imposible cruzar la frontera por los pasos habituales.
Tanto en uno como en otro lado del límite se estacionan controles que o bien te
retienen en el país o te mandan de vuelta, si bien las autoridades libanesas
tratan de dar auxilio médico antes de repatriar a los pobres infelices.
“Recuerdo poco, sólo que me cerraron la herida
en una casa particular y me metieron en un coche. Luego fuimos en moto. Un
trayecto que suele hacerse en 10 minutos nos llevó dos horas y media”.
Abu Mohamed, 29 años, Homs
Rusia y China se niegan a intervenir militarmente en el
conflicto sirio, alegando que son los propios sirios los que tienen que optar
por una resolución pacífica. Ambos países impusieron su derecho a veto en el
Consejo de Seguridad que las Organización de Naciones Unidas protagonizó el pasado
5 de Febrero, sobre el tema de siria. Su decisión provocó una ola de adjetivos
despectivos por parte del resto de países que sí votaron a favor de la
resolución propuesta. Según el embajador ruso, Vitali Churkin, la decisión se
debe a que su país no está dispuesto a firmar el plan de paz de la Liga Árabe
puesto que éste supone la destitución inmediata de Bashar Al Assad como presidente
de Siria. Rusia tiene intereses estratégicos y económicos en Siria y es obvio
que le beneficia un solo dictador amistoso que una complejo, impredecible y
cambiante gobierno democrático. Los intereses de China son puramente
comerciales pero en el caso del país asiático esto no supuso una novedad para
los miembros de la ONU, apenas existen casos en los que China haya aprobado
algo que no repercuta beneficiosamente en su economía. El veto de Rusia ha
despertado una frustración mucho mayor puesto que, además de proporcionarles a
Al Assad la posibilidad de continuar sus crímenes, está intentando darle amparo
diplomático a la criminalidad del tirano. Estados Unidos expresó sin tapujos
que está “asqueado” por la decisión de ambos países, la Unión Europea califica
la votación de “vergonzosa”, “inaceptable” y “cómplice” e incluso el secretario
general de la ONU, Ban Ki-moon, se mostró decepcionado con el camino por el que
las dos naciones habían optado. Es difícil para países como Rusia o China, que
actualmente se encuentran en un desarrollo económico increíblemente acelerado,
tomar decisión que puedan resultar nocivas para sus intereses o su futuro,
intentan hacerse un hueco en el concierto global de los mercados.
"Apoyamos toda iniciativa tendente a crear las condiciones para un
diálogo entre los sirios. Es lo que debe hacer la comunidad internacional, ya
sea el mundo árabe, Europa, Estados Unidos y otras regiones del mundo"
Sergei Lavrov, canciller ruso.
La situación en Siria parece
precipitarse por momentos al conflicto armado. Quizá las tropas de Al Assad
consigan mermar de tal forma las fuerzas rebeldes que la insurrección violenta
se convierta en una acción inviable. Creo que se hace cada vez más necesaria
una intervención militar de la Liga Árabe en conjunto con Naciones Unidas. Sin
embargo mientras no haya consenso entre todos sus miembros esta opción queda
descartada. Al fin y al caco combatir la guerra con más guerra no es más que
una solución a corto plazo. Aunque Bashar Al Assad logre imponer de nuevo su
mandato, lo cierto es que su tiranía ya terminó. Más tarde o más temprano el
régimen caerá, ya sea por las fuerzas aunadas de su propio pueblo o por la
indignación que el resto de naciones siente hacia los crímenes del tirano. Y
entonces se sumará a la lista de países que lograron imponer la democracia en
primavera.
"Egyptian & Syrian Giant flags join in
Tahrir" Kalnaga
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