Todo comienza con las palabras de la revista Adbusters,
boletín de una organización dedicada a criticar la filosofía consumista y la
mala praxis de los medios de comunicación. En las páginas de la revista se
convocaba un gran evento multitudinario fechado para el 17 de Septiembre. Su objetivo
estaba inspirado en las revueltas pacíficas y las ocupaciones de lugares
públicos en otros países, como Egipto, Grecia o España, y consistía en tomar el
distrito financiero de Wall Street en Nueva York, acampar en el durante un
tiempo indefinido y resistir hasta obligar a las autoridades políticas a ceder
a sus demandas.
Pero los neoyorkinos necesitaban una coordinación con una
relativa experiencia, fue la Asamblea General de Nueva York (NYCGA) la
asociación que se encargó de la planificar la iniciativa. Como era de esperar la
idea no caló tan hondo en las mentes norteamericanas como lo hizo en las
españolas o egipcias, parece ser que a los estadounidenses les cuesta más
echarse a las calles. No obstante, llegó el 17 de Septiembre y cientos de indignados
se encontraron a las puertas del centro financiero de EEUU, la cifra oscila
entre los 1000 y 1500 dependiendo de la fuente. Una congregación que supera las
expectativas de los creadores del movimiento y que crece lenta pero
continuamente.
Les estaban esperando, horas antes de que la masa de gente se
reuniese, Wall Street ya estaba preparado para un asalto digno de Numancia.
Obviamente éste no llegó a producirse, si bien la tensión podía cortarse con el
borde de un folio, los manifestantes mantuvieron su ideal de pacifismo y se
quedaron a las puertas del distrito. Un gran dispositivo policial había cerrado
todos los accesos y tras varios intentos fallidos de entrar en Wall Street la
indignada multitud se plantó en Zucotti Park, un parque cercano a su objetivo,
con la intención de presionar desde fuera y aguantar todo lo posible. Pero esta
solución improvisada no es ni mucho menos el mayor arma del movimiento, y es
que esta clase de ideas suele llamar la atención de un grupo mucho más
particular.
“Expect us”, o espéranos,
este es un fragmento del característico y cada vez más famoso lema de Anonymous.
El conocimiento es una árbol "Somos Anonymous. Somos Legión. No olvidamos. No perdonamos. Esperadnos." |
“El 10 de Octubre de 2011 la página web de la NYSE desaparecerá de Internet”.Anonymous
En el puente de Brooklyn se produjo este fin de
semana la confrontación más grave hasta el momento entre los manifestantes y
los agentes de seguridad. La marcha solidaria fue prevista para cruzar el
puente de Brooklyn con el objetivo principal de “molestar”, dificultando el
tráfico y generando atascos en el puente. Sin embargo la intervención policial
consiguió que la carretera no se saturase demasiado e instó a los manifestantes
a no caminar por la calzada. No obstante, y como era de esperar, muchos de los
indignados optaron por seguir con el plan, enfrentándose a los agentes.
La
marcha terminó con casi 700 detenidos, según las declaraciones de la policía
neoyorkina, de los cuales la gran mayoría están en libertad con cargos a día de
hoy. Muchos han acabado con una citación judicial por delitos como escándalo
público u obstaculización del tráfico. La mayor parte de los arrestos se
realizaron entorno a la mitad de la marcha, cuando los agentes cercaron a un
grupo de manifestantes aislándolos del resto, éstos trataron de reincorporarse
a la marcha rompiendo el cordón policial y es entonces cuando fueron detenidos
por los policías. No han tardado en surgir críticas contra la acción de los
agentes, algunos manifestantes aseguran que la policía golpeaba a los detenidos
y que, a pesar de que sus órdenes eran evitar la saturación del tráfico, muchos
miembros del cuerpo les obligaron indirectamente a caminar por la calzada para
así poder detenerles. Ninguna de estas afirmaciones ha sido probada, más allá
de videos colgados en YouTube y algunas declaraciones de testigos, pero todo
contribuye a aumentar la tensión ya existente entre las fuerzas de seguridad y
los manifestantes. Este arresto masivo en el Puente de Brooklyn no ha pasado
inadvertido para los ciudadanos que simpatizan con el movimiento, el lunes
siguiente al suceso cientos de personas se citaron frente al Ayuntamiento de la
ciudad para protestar por la manera de actuar de la policía y expresar su
sentimiento de engaño.
"La manera cómo actuaron las fuerzas de seguridad contra lo que era una simple demostración pacífica de los ciudadanos provocó una tremenda simpatía hacia este grupo"The New York Times
Como la pólvora, no existe mejor símil para referirse a la
propagación de las ideas revolucionarias por el territorio estadounidense. En
menos de una semana las ciudades de Washington, Chicago, Los Ángeles o Seattle,
entre otras, se han visto contagiadas por las ideas revolucionarias de Occupy
Wall Street. El 7 de Octubre se organizó en la capital del país una nueva
manifestación, réplica de los movimientos neoyorkinos, que exigía una
democracia participativa y un mayor control sobre las actividades financieras
de los mercados. La manifestación avanzó por diversos puntos simbólicos de la
ciudad hasta plantarse en la plaza de la Libertad, cercana a la Casa Blanca, donde
pretenden establecer un campamento al estilo del movimiento 15M en España o la
base de Occupy Wall Street en Zucotti Park, Nueva York. Marchas similares se
han producido en otras ciudades importantes, en Filadelfia por ejemplo,
centenares de ciudadanos se citaron a las puertas de la Iglesia Unidad de Arch
Street bajo el nombre de Occupy Philadelphia. También existe un Occupy L.A., en
esta ocasión fueron miles de personas de Los Ángeles las que se reunieron
entorno a su ayuntamiento para expresar su disconformidad con el sistema
económico imperante y su simpatía hacia los indignados de Wall Street.
¿Llega la caballería? Llegados a este punto, los miles de
componentes de Occupy Wall Street tienen ahora la peligrosa oportunidad de
recibir apoyo profesional. Y es que los grupos sindicalistas de Nueva York se
han percatado de que tienen muchos objetivos comunes con los manifestantes.
Contar con los sindicatos sería un avance importantísimo y podría ser la
oportunidad idónea para empuñar un arma realmente eficaz contra los “enemigos”
del movimiento. Sin embargo, no cabe ninguna duda de que ésta sería un arma de
doble filo. Desgraciadamente los sindicatos no se movilizan por los derechos y
oportunidades del trabajador, en su sentido más amplio, sino por las oportunidades
de sus trabajadores, es decir, los de
aquellas empresas que estén sindicalizadas. Las exigencias de los “invasores”
de Wall Street son, entre muchas otras, la imposición de un salario mínimo y
digno para los empleados, muchos creen que esta es una forma eficaz de reformar
la economía nacional para bien, nada más lejos de la realidad. Esta medida
aumentaría de forma considerable el paro, puesto que al tener que pagar más por
sus empleados los empresarios contratarían menos e intentarían seleccionar a
los más formados y experimentados. Aquí es donde tienen los sindicatos su mayor
interés, ya que esos trabajadores formados y experimentados son precisamente
los miembros sindicalizados, es decir, que aunque aumentase la cifra de parados
sin formación también aumentaría la contratación de trabajadores altamente
calificados, de los cuales la gran mayoría pertenecen a los sindicatos. Es una
decisión peligrosa y no está claro que la organización del movimiento, que no
cuenta con ninguna cúpula de mandatarios, sea capaz de tomar la elección
acertada. No se puede confiar en que los sindicatos luchen al lado de los
indignados por sus mismos ideales, pero si utilizan ese apoyo profesional sin
dejar que los sindicatos les utilicen a ellos, estarían mucho más cerca de
lograr sus objetivos. Al fin y al cabo es tristemente cierto que lo realmente
necesario para que un proyecto triunfe es la unión de los intereses de todos
sus componentes.
“El interés compuesto es la fuerza más potente de la naturaleza”
Albert Einstein
Occupy Wall Street avanza lenta
pero continuamente por las calles de Nueva York, por las infinitas redes
sociales y por las mentes de todas las
personas que se sienten ahora engañadas por el sistema que sus antepasados
construyeron. Su avance es inexorable y su objetivo aparentemente inexpugnable,
pero puesto que nuestra sociedad constituye los cimientos de nuestra economía,
basta con detonar un pilar de sujeción y toda la estructura se vendrá abajo.
Estos movimientos caminan sobre un campo de minas, vivimos la mayor crisis del
capitalismo hasta la fecha, la tensión entre los países aumenta y la gente se
rebela contra una situación que consideran injusta e impuesta desde arriba.
Esta es la receta de un cóctel inflamable que por desgracia ya conocemos bien,
los ingredientes adecuados para acercarnos cada vez más al estallido de una
nueva gran catástrofe, sin embargo, esta vez existe una diferencia. Miles de
personas se manifiestan, de nuevo, se indignan, de nuevo, y de nuevo reclaman
lo que les pertenece por derecho, pero esta vez no hay piedras en sus manos ni
rabia en sus ojos, sino la férrea y potente determinación de cambiar las cosas
mediante la palabra, mediante la verdad y la no violencia. Quizá este
movimiento no cambie el mundo, como aseguran sus adeptos, pero creo firmemente
en que cambiará la forma en que lo vemos.
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