Atenas roza la bancarrota. Desde hace ya meses la cuna de la democracia se balancea en una decadente situación económica, arrastrando inevitablemente a sus países vecinos. Esta madrugada el Consejero de Europa, Herman van Rompuy, ha hecho público el acuerdo que la cumbre de la zona euro pactó ayer. Todos los líderes decidieron aumentar en un 50% la quita de la deuda griega, o lo que es lo mismo, reducir a la mitad la deuda que los potencias  europeas le exigen al pequeño país mediterráneo. Tomaron además la decisión de ampliar el Fondo de Rescate en 1 billón de euros, de forma permanente. Todas estas medidas están ralentizando la recuperación, si es que tal recuperación existe, del resto de países pertenecientes a la UE y no han tardado en aparecer las primeras quejas. Grecia entró en la Unión en inciertas condiciones, por decirlo así su economía fue aceptada porque la maquillaron más de la cuenta, y ahora su riqueza de “mentirijilla” les está pasando factura, igual que en España, pero a lo bestia. No faltan personas que se indignan y se preguntan por qué ayudamos a nuestros vecinos griegos, al fin y al cabo, estamos poniendo en riesgo nuestra frágil economía (más) por salvar de la quiebra a unos impostores. Pero nos guste o no ahora nuestro deber es arrimar el hombro y ayudar a los que un día nos juramos en alianza. Indiferentemente de cómo entrase Grecia en la Unión Europea, nosotros nos comprometimos a ser sus hermanos y si queremos que la Unión prospere y se vuelva fuerte (y os aseguro que queremos) necesitamos apoyarnos los unos en los otros. Tras la Primera Guerra Mundial se creó la Sociedad de Naciones, una unión de las grandes potencias del momento que tenía por fin evitar otro conflicto a escala mundial y acercar a los distintos países los unos a los otros. Un sueño casi utópico en aquel momento que funcionó a la perfección hasta que se vino abajo su pilar más importante, la economía. No hubo apenas problemas en la Sociedad hasta que la crisis del 29 estalló, en ese momento todos los países miembros se lanzaron al proteccionismo feroz y comenzaron a desconfiar los unos de los otros. El resultado, tantos años más tarde, fue que la Sociedad de Naciones fue incapaz de contener el alzamiento de los fascismos y la consecuente Guerra Mundial. No obstante, se supone que ahora hemos aprendido de nuestros errores y la Unión Europea es fuerte, pero necesitamos estar más unidos, si no poco sentido tiene considerarnos una unión. Si conseguimos superar esta crisis económica, mucho mayor que la del 29, juntos y sin echarnos demasiado encara los errores de unos y de otros, habremos pasado nuestra prueba de fuego como Unión Europea.

Fotografía de Reuters  



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