Personalmente la asignatura de
Educación para la Ciudadanía me parecía una de tantas sandeces que el gobierno
de Zapatero llevó a cabo durante sus legislaturas. En gran parte debido a que
el profesor que me impartió esta materia tenía tan poca fe en su eficacia como
yo la tengo en el sistema para el que trabaja. Simplemente se sumaba a la lista
de asignaturas inútiles que parecían aumentar con cada año: Música, Arte, Religión…
No me malinterpretéis. Todas estas asignaturas son tremendamente útiles a la
hora de potenciar la creatividad o el desarrollo intelectual de un niño, pero disculpadme
si pienso que cuando cumpla 18 años no recordará las escalas musicales ni el
esquema cromático. Cualquier asignatura es bien recibida, al fin y al cabo son
conocimientos que, a fuerza de repetición, acabarán grabándose en la mente del
alumno. Pero una materia como Educación para la Ciudadanía no resulta muy
eficaz cuando que la mitad de los profesores se la toman a risa y el resto no
saben ni por donde empezar a explicarla. No basta con poner asignaturas y
establecer los contenidos, hay que replanteárselo todo varias veces.
La misma opinión guardo para la “sustituta”
de Educación para la Ciudadanía, con un nombre mucho más estético y
prácticamente sinónimo, estoy seguro de que alcanzará los objetivos educativos
que su antecesora socialista dejó en agua de borrajas. Educación Cívica y
Constitucional, dejando de lado el detalle de que la primera parte del nombre
es básicamente lo mismo que había antes, lo primero que me llama la atención es
el matiz de “Constitucional”, sobre todo porque ese adjetivo suena escalofriantemente
doctrinal. No obstante los impulsores de esta reforma afirman que su intención
es diametralmente opuesta. Según las palabras del titular del Ministerio de
Educación, José Ignacio Wert, todo el temario estará exento de cualquier tipo
de adoctrinamiento ideológico. Algo que no cuadra mucho en el marco del Partido
Popular, pero que estoy seguro será cierto. En la misma comparecencia el
titular del departamento asegura que la asignatura estará absolutamente “libre
de cuestiones controvertidas”. Y eso es lo que más me chirría. ¿Cómo una
materia que trata de educar a los jóvenes para ser ciudadanos política y
socialmente activos va a dejar intactos temas como el aborto o la religión? ¿Simplemente
evitará los temas tabú? En tal caso por supuesto que no existe adoctrinamiento
alguno, pero tampoco educación real.
Baltasar Garzón es culpable de
prevaricación. Por supuesto es mi opinión y es muy probable que la resolución
de los juicios no tenga nada que ver con
esta acusación personal. También habrá, sin ninguna duda, quien esté en desacuerdo
conmigo. Y muy probablemente estas mismas personas que no casen con mi forma de
ver la acusación si que tengan una visión muy parecida a la mía sobre la
investigación que el juez Garzón estaba realizando. No creo que se pueda si
quiera plantear la inocencia de Garzón, creo que cometió un delito de
prevaricación (aunque este término debe ser tomado con cautela dadas su
amplitud y ambigüedad).
Permitidme que me explique. Si
entendemos por prevaricación el abuso de poder con el fin de conseguir un bien
material o un apoyo, creo que la culpabilidad de Garzón es más que discutible, y
así se discute en el proceso judicial que imputa al juez por haber recibido una
cantidad de dinero como paga por unos cursos realizados en la Universidad de
Nueva York. En ese caso, no lo considero realmente culpable ni de prevaricación
ni de cohecho, aunque el tiempo y la sentencia lo dirán. No obstante, si
prevaricación también se le considera a la toma de una decisión a sabiendas de
que esta es injusta y que atenta contra el derecho, en este caso si estoy de
acuerdo con la acusación. Baltasar Garzón prevaricó al decidir que ciertos
crímenes (atroces) del franquismo son merecedores de una exhaustiva
investigación y rehusó investigar otros igualmente graves, aunque quizá menos
trascendentes, como los casos de Paracullo
del Jarama. Para quien lo desconozca en la localidad de Paracullo del Jarama
tuvo lugar una despiadada masacre, como tantas otras en el marco de la Guerra
Civil, que se llevó las vidas de 9.000 civiles y fue ordenada por el cabecilla
comunista José Carrillo. El juez Garzón rechazó de pleno la querella, propuesta
por el sindicato derechista Manos Limpias, alegando que la Ley de Amnistía no
dejaba margen para acusar a antiguos criminales de guerra, ya fallecidos. No
obstante, y contradiciendo sus propios argumentos, Garzón se consideró competente
para llevar a cabo una investigación propuesta por la Asociación para la
Recuperación de la Memoria Histórica que acusaba al exdictador Francisco Franco,
y a tantos otros políticos franquistas, de crímenes contra la humanidad. En
este segundo caso parece que la Ley de Amnistía desaparece y por lo tanto
Garzón hace uso de su poder jurídico tomando una decisión injusta que atenta
contra la amnistía de estos criminales de guerra. Baltasar Garzón es culpable
de prevaricación.
Iluso aquel que crea que con esta
afirmación termina el artículo.
Creo que el polémico juez es
culpable de este cargo en concreto, y no niego que lo sea de los otros dos que
se le imputan. No comprendo el fanatismo que muestran algunas personas hacia la
figura de este hombre. En realidad no comprendo el fanatismo, a secas. Pero de
igual forma creo que la labor que Garzón estaba realizando es un inmensurable
acto de coraje y determinación. Pocas son las personas que se atreverían a
remover entre la mierda que una guerra genera. Creo que todos los crímenes deberían
ser investigados y procesados pero aún después de décadas de relativa estabilidad
política la subjetividad de opiniones y los intereses encontrados son tan
grandes y tan frecuentes que se hace imposible ser justo al investigar las
atrocidades que nos hicimos los unos a los otros.
Creo que Baltasar Garzón es culpable,
pero sus acusaciones son absolutamente disparatadas. Son cientos los casos de “prevaricación”
que se dan día a día en los juzgados españoles y en los que se hace la vista
gorda. También se ordenan incontables escuchas telefónicas que rozan la
ilegalidad por eso de “el fin justifica los medios” y sobre las que nadie dice
nada. Eso por no hablar de la estúpida acusación de cohecho por haber recibido
pagos como compensación por unos cursos universitarios. En este caso la prueba con la que se acusa a Garzón es
una carta formal que el juez escribió al presidente del Banco Santander (entidad
que gestionó el pago por los cursos) y que comienza por “Querido Emilio…”. En
fin, creo que lo absurdo de la prueba se demuestra por si solo.
Lo que quiero expresar con este
artículo es mi convencimiento de que Garzón ha sido saboteado en su intento por
destapar crímenes que ciertas personas prefieren dejar bien tapados, y a poder
ser bajo tierra. Supongo que para el lector que haya conseguido llegar hasta
esta conclusión final sin caer en un profundo sopor ya se habrá hecho más que
evidente esta afirmación, y muy probablemente no he aportado nada nuevo a lo
que ya sabía de antemano. Pero me veo en la obligación de destacar algo que
parece haber sido sutilmente ocultado por todos los que apoyan a Garzón, e
incluso por los que se consideran neutrales. Y es que Baltasar Garzón, más allá
de todos los enemigos que hacen lo imposible por apartarle de su objetivo, no
obra con objetividad e infringe ciertas reglas del juego, lo que le hace
culpable de lo que se le acusa. Pero claro, si la acusación triunfa y Garzón es
apartado de sus funciones, ¿quién gana la partida?

Imagen vía el País

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"El
gran número de abonados de Megaupload demuestra que es falso que en Internet
triunfe el “todo gratis”. Además de lo que ya cuesta un ADSL, la gente está
dispuesta a pagar por los contenidos si el precio es razonable. Ya pasa con la
música, con aplicaciones como Spotify. O con los videojuegos, con plataformas
como Steam. ¿A qué espera el cine para ofrecer un servicio similar?"
Ignacio Escolar, en su blog.
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150 millones de usuarios registrados
en una organización, en principio portavoz de la libertad en la red, han producido una cifra aproximada
de 175 millones de dólares. ¿Sorprendente? Urdangarín es un aficionado en comparación
de nuestro amigo, y hasta hace poco desconocido, el fundador de Megaupload, Kim
Schmitz “Dotcom”. La investigación fue llevada a cabo por los
agentes del Centro de Coordinación Nacional para la Protección de la Propiedad
Intelectual del FBI y es digna de una novela de Arthur Conan Doyle. El FBI
descubrió en Diciembre de 2009 que Megaupload ofrecía suculentas cantidades
dinero a los usuarios Premium que
consiguiesen subir a sus servidores las obras más populares y novedosas del
momento. Películas que todavía no habían visto las salas de cine, canciones que
aún estaban en proceso de marketing e incluso los guiones de algunas novelas
inéditas. A partir de esta hebra de información los agentes investigaron en
secreto las comunicaciones entre los directivos y los usuarios. Recabaron datos
sobre varias personas que se ganaban un sueldo extra consiguiendo material
exclusivo con el que hacer aún más atractivos los archivos de Megaupload.
Mediante una investigación pormenorizada se registraron todos los servidores de
la página con el fin encontrar el material pirateado. El FBI contó con la ayuda
de ciertas empresas del entretenimiento que estuvieron encantadas de colaborar para
ver caer al gigante de la piratería. Aunque la cúpula directiva de Megaupload
fue avisada hace relativamente poco de que estaba siendo investigada, no se
registraron cambios en la actitud de la empresa que continuó pirateando
archivos ilícitos a sabiendas de que estaban bajo vigilancia. Con este
historial era inevitable que el pasado 19 de Enero se produjera la detención de
los directivos de la empresa Megaupload y por ende el cierre de la página y de
todos sus dominios.
Lo más polémico del cierre de
Megaupload es que se produce al mismo tiempo que se presentan los dos proyectos
de ley antipiratería SOPA y PIPA, que han causado una conmoción sin precedentes
en la red. Muchos usuarios han relacionado el cierre de esta fraudulenta empresa
con la amenaza de censura que la ley SOPA representa. Bajo mi punto de vista no
existe ninguna relación, aunque es muy probable que la industria cultural haya
montado una fiesta épica para celebrar la desaparición de su acérrimo enemigo.
Realmente el cierre de Megaupload no representa en absoluto una victoria para
las productoras, casi al contrario, destruido el monopolio de Internet serán cientos las empresas de gestión de descargas
que se lancen a la conquista del gran espacio vacío que ha dejado Megaupload.
Quizá incluso vuelva a ponerse de moda el sistema de descargas P2P que, aunque
algo más lento, deja fuera de juego las acusaciones contra la piratería. A mi
entender, la desaparición de esta empresa, aunque incómoda, es un beneficio
enorme para los que nos consideramos defensores de la neutralidad de la red.
Megaupload, aun cuando no se sabía nada de sus operaciones fraudulentas, era
una mancha en la imagen de la comunidad de usuarios. El ejemplo de cómo
enriquecerse copiando y distribuyendo obras ilícitas, lo que hacían no era
compartir, robaban y vendían a diestro y siniestro.
Mensaje del FBI sobre el cierre del dominio Megaupload
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Curiosa la forma que tiene esta organización independiente de respaldar la candidatura presidencial del, cuanto menos extravagante, primer ministro ruso Vladimir Putin. Llamadme loco, pero esto me resulta ligeramente sexista, incluso para Putin.
Más información sobre el "Ejército de Putin" en PijamaSurf
No me puedo tomar del todo en serio
una ley que se llama SOPA, soy incapaz. Aunque quizá desglosando sus siglas
parezca menos ridícula, Stop Online Piracy Act, ¿a que ahora da más miedo?
SOPA es un proyecto de ley presentado
ante la Cámara de Representantes de Estados Unidos el 26 de Octubre de 2011. La
traducción de sus siglas reza literalmente “Cese de la piratería en línea”, una
medida que la industria cultural estadounidense llevaba buscando desde hace
tiempo. En cierto modo es un ataque a la desesperada por parte de esta
industria, que ha visto mermar sus beneficios desde que la dictadura cultural
hollywoodiense fue derrocada por las pequeñas páginas web. Aunque no me
posiciono absolutamente en contra de las medidas anti-piratería, ésta vez se
han pasado de la raya. SOPA no solo es un golpe a la piratería, es una
invitación a la censura. Al igual que la Ley Sinde en España, SOPA pretende
establecer dos normas básicas: la posibilidad de los autores de denunciar las
páginas que consideren “irrespetuosas” con sus derechos de autoría y, como
consecuencia de la denuncia, la obligación de las empresas que sustenten la
página denunciada a cerrarla o bloquearla. Algunas personas confunden ésta cláusula,
he oído muchas veces que basta con poner el servidor en país extranjero para
que la página siga en funcionamiento. Esto no es cierto, la ley (tanto la
española como la estadounidense) les obligaría a bloquear el acceso a dicho
espacio web dentro de las fronteras del país. Además de estas dos polémicas
normas, las leyes española y norteamericana difieren en que la segunda también
prohibiría a los buscadores mostrar en sus resultados de búsqueda las páginas
censuradas, e incluso los enlaces hacia ellas.
Hoy los gigantes de la red se han
manifestado, reiterando su total rechazo hacia la ley SOPA. Portales como
Wikipedia, Digg o Twitpic han cerrado el acceso a sus servicios durante gran
parte del día de hoy, como protesta contra lo que consideran “una afrenta a todos
los internautas”. Otras grandes empresas de Internet también han mostrado su
apoyo a esta protesta anunciando mensajes de rechazo en sus respectivas webs,
como Google o Wordpress. Twitter y Facebook, sin embargo, han preferido
mantenerse al margen, aunque de igual forma han expresado que no aprueban esta
ley y que tomarán medidas en caso de que la propuesta siga avanzando.
Personalmente no creo que ésta
propuesta de ley llegué a materializarse realmente, aunque su apoyo es sólido
sus enemigos son múltiples y gigantes. Sin embargo, me parece que con la ley
SOPA se abre la veda. A partir de ahora tendremos que luchar, en el sentido más
literal de la expresión, contra la censura de nuestro único medio de expresión
real. Internet es mucho más que un lugar donde ver pelis sin pasar por taquilla
o hablar con tus amigos sin apoquinar unos céntimos por minuto. Internet se ha
convertido en el arma revolucionaría por excelencia. La primavera árabe, los
movimientos indignados, la ocupación de Wall Street… nada habría sido posible
(o al menos no en tales magnitudes) sin la comunicación, instantánea y global,
de todos sus miembros. Hay muchas personas interesadas que Internet no esté al
alcance de todos, es un arma demasiado peligrosa para ciertos poderes. Es
nuestro deber combatir la censura y perpetuar la neutralidad de la red. Internet
es el paraíso de la libertad de expresión y no tengáis ninguna duda de que
intentarán arrebatarnos ese privilegio.
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Engañados por una prosperidad
efímera y por la presión mediática de las entidades financieras miles de
familias cayeron en la (se supone inintencionada) trampa económica,
endeudándose hasta niveles que ahora nos son disparatados pero que entonces
parecían lo más normal del mundo. Cuando estalló la crisis se vieron empujados
a acoger complejas refinanciaciones que quizá ni siquiera comprendían y ahora
no tiene más remedio que enfrentarse a una deuda gigante que ha crecido a base
de engaños y confusiones.
Son ya más de 300.000 las hipotecas
ejecutadas en los tribunales desde que comenzó la crisis y 150.000 las familias
que se han quedado sin un techo sobre sus cabezas. Las cifras son terriblemente
altas y lo peor es que no dejan de aumentar. En Madrid se producen
inevitablemente una media de 25 desahucios diarios. Los ayuntamientos se
colapsan con las demandas de vivienda y para algunos ya resulta imposible
reubicar a una familia entera. Este drama es un insulto a la Declaración de los
Derechos Humanos, sin embargo no es más que la punta del iceberg.
El sufrimiento de perder tu hogar
y quedar a merced de tus familiares o de la providencia social no es más que el
principio de la agonía que sufrirán las familias desahuciadas. El banco no solo
les quita la casa, también les esclaviza de por vida. Por lo general la deuda a
pagar es demasiado grande como para ser salvada con el dinero obtenido por la
venta de la vivienda, eso dando por hecho que el banco consiguiese venderla. A
pesar de haber confiscado la casa el banco casi nunca perdona ni un céntimo,
esto significa que la familia tendrá que seguir pagando una deuda ingente con
unos intereses muy elevados y que siguen aumentando cada mes. Lo tendrá que
hacer, muy probablemente, con sus miembros en paro y, además, sin un lugar
donde vivir. En definitiva, el desahuciado en estas condiciones se convierte en
un esclavo de la entidad, que busca desesperadamente un trabajo, ya no para
prosperar sino simplemente para poder hacer frente a una deuda de una casa en
la que ya no vive.
La indignación crece hacia esta “justa”
aunque despiadada situación. Ya son muchas las voces que se unen a un griterío
que clama la reforma de la ley hipotecaría. Plataformas como Afectados por la
Hipoteca, Jueces por la Democracia o el movimiento 15M se unen a esta idea que
pretende encontrar un resquicio legal que, si bien no pueda frenar el
desahucio, al menos consiga hacer imperativa la dación en pago. Éste termino
significa la “liberación” de los desahuciados, con la dación en pago se permite
saldar la deuda de los desahuciados mediante la entrega de la vivienda, de modo
que puedan comenzar a rehacer su vida y no se vean obligados a cargar con una
deuda vitalicia.
El apoyo de esta iniciativa se
hace patente incluso entre profesionales de las finanzas o la ley. Uno de sus
más polémicos argumentos a favor de la reforma es el dinero inyectado a la
banca por el BCE o por el Estado español, es decir, por los impuestos de las
mismas personas a las que están dejando sin hogar. Los ciudadanos han pagado
con sus impuestos la estabilidad de las entidades financieras y ahora éstas se
niegan a mostrar una mínima compasión hacia aquellos que en su momento les
salvaron del declive. Esta visión es subjetiva y un tanto dramática, pero a
grandes rasgos esto es lo que ha sucedido. Lo que si es absolutamente objetivo
es el rencor que se esta forjando hacia los bancos entre todos los estadios de
la sociedad. Desprestigiados y en contra de la opinión popular, personalmente
no creo que consigan mantenerse como hasta ahora si esa actitud de indiferencia
y altivez se continúa.
Por último, me alegra anunciar
que la Iniciativa Legislativa Popular que la plataforma de Afectados por la
Hipoteca impulsó hace ya meses y que, como tantas otras, fue bloqueada por el Parlamento,
se dispone de nuevo a intentar reformar la ley. Dentro de un mes comienza la
recogida de firmas para impulsar de nuevo esta iniciativa y, si se consigue
alcanzar el medio millón de firmas, comenzará una verdadera lucha por hacer
realidad la reforma legislativa.
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Con un poco de tiempo y una
cafetera cerca podría escribir un reportaje de dimensiones épicas sobre
corrupción en España. Y sin duda sería muy ilustrativo, tanto es así que no
descarto hacerlo, pero considero mucho más interesante y más acorde con el
formato de este blog pasar directamente a las conclusiones finales y plasmar
las ideas que este tema me genera.
Casos de corrupción hay cientos contando
solo los que pasan por las redacciones de los periódicos, y probablemente
podamos empezar a contar por miles con los que no conocemos. La corrupción ha
dotado de una indeseada fama a personajes que antes nos eran indiferentes, véase
Jaume Matas o Iñaki Urdangarín entre otros. Si me pongo a enumerarlos todos no
acabo, caso Gürtel, caso Roldán, caso Gescartera… y así sucesivamente, aunque
estos no son de los más actuales. La corrupción es el veneno de la democracia,
no tanto por el dinero que se pierde y se malgasta como por el valor simbólico
del delito. Los políticos corruptos merman la confianza del pueblo en sus
gobernantes, haciendo que dejen de creer en el sistema que han elegido. Además
ayuda a aislar más aun si cabe a ese polémico colectivo que conocemos con el
nombre de “políticos”. Este es, probablemente, el mayor riesgo que representa
la corrupción. En época de crisis lo que realmente necesita el pueblo es
confianza en su gobierno, confianza en aquellos en los que delegan la toma de decisiones,
aquellos que van obligarles a apretarse el cinturón. La corrupción no hace más
que alejar a los ciudadanos de sus representantes y fomenta la generalización,
que es una actitud terriblemente peligrosa en manos de una muchedumbre
cabreada. Cuando se descubren casos de corrupción entre políticos, mientras
otros políticos proclaman fuertes medidas económicas y otros de su misma
profesión se dedican a desoír las quejas de aquellos a los que, se supone,
representan, entonces es cuando se empieza a oír en cada conversación esa falta
de interés, ese convencimiento total y poco empírico de que todos, en el fondo,
son igualmente corruptos.
Respecto a esa última idea, creo
que necesitamos meternos en la cabeza algo que no acaba de calar en nuestra
visión de la sociedad. Y es que en una democracia, todos somos políticos. Cuando decides entrar a formar parte de un
estado democrático, eliges a su vez entrar en un sistema político que te
inmiscuye directamente en la toma de decisiones. Indiferentemente de si votas o
no, puesto que una abstención tiene un valor similar a la de un voto corriente,
solo que en sentido inverso. De modo que deberíamos dejar de apartarnos de ese
grupo social que, entre unos y otros, estamos consiguiendo diferenciar del
resto de la sociedad, a base de indiferencia, resignación y corrupción.
Aproximadamente en 4 de cada 5
entrevistas de trabajo se exige un mínimo conocimiento de inglés. Sin embargo,
España se consagra en el puesto 24 de la lista mundial respecto al nivel de la
población en este lenguaje. Por si a alguien se le ocurre pensar que un vigesimocuarto
puesto no está tan mal, apunto que en Europa solo nos vemos superados en
ignorancia lingüística por nuestros lejanos vecinos de continente Rusia y
Turquía. Contando también con que el Índice de Nivel de Inglés engloba a otros 44 países, muchos de ellos
subdesarrollados, yo no me sentiría precisamente orgulloso. Además la Unión
Europea tiene unos mínimos de competitividad
productiva, esto quiere decir que debemos mantenernos a la altura de
esta regla que, aunque no sea la más importante, nos exige que nuestros
trabajadores sean tan productivos dentro de nuestras fronteras como fuera de
ellas.
El estudio, que se publicó hace
meses, se centra en la población adulta. Sector demográfico en el que quizá los
españoles tengamos excusa puesto que la implantación del inglés como lengua
extranjera de estudio obligatorio es relativamente reciente, la gran mayoría de
la población no recibió clases de inglés durante sus estudios. Pero también se
puso a prueba el nivel de alumnos actuales o recientes, que si que estudian
inglés de manera habitual. El resultado fue poco menos catastrófico que en
personas adultas. Los jóvenes presentaban un aceptable conocimiento de la gramática
y el vocabulario pero por lo general eran incapaces de articular frases
complejas, ni mucho menos mantener una conversación fluida. De estos resultados
no solo se induce la necesidad de presionar a las personas en edad de madurez
para empezar a aprender inglés. Personalmente, y con mi rencor particular hacia
nuestro sistema educativo, llego a la misma conclusión que los investigadores
que realizaron el estudio. La técnica de enseñanza no es en absoluto la
adecuada. De nuevo habló de forma personal, llevo 14 años estudiando ingles,
aproximadamente el 80% de mi vida, y me atrevería a afirmar que tengo un nivel
bastante avanzado. Y ahí radica el problema, llevó toda mi vida estudiando
inglés, intercalando el estudio obligatorio con el extraescolar, ¿y lo máximo
que he llegado a aprender es un “nivel avanzado”? En la mitad de tiempo de lo
que me ha costado a mi un estudiante holandés sería perfectamente capaz de
entablar una conversación larga y tendida con un británico de pura cepa.
De todas formas este problema
tiene fecha de caducidad. Con la presión que el alto nivel de paro ejerce sobre
la población laboralmente activa ya se disparan las cifras de contratación de
cursos intensivos de inglés. Y probablemente, el desinterés que la política
muestra hacia las reformas educativas se vea apartado en el caso de esta
asignatura, puesto que el inglés es uno de los motores de la productividad
española.
No quiero pecar de pesimista,
pero creo yo que con que en este año no se extinga la raza humana, ya nos
podemos dar con un canto en los dientes. El 2011 nos deja numeritos rojos hasta en el papel higiénico, es difícil repasar
los titulares de este año sin coger una depresión de caballo. El paro por las
nubes, la política prácticamente estancada por el cambio de gobierno, los
movimientos indignados han resultado
más bien infructuosos (aunque a algunos les duela), la presión de los mercados
sigue igual y la crisis se acentúa como viene siendo costumbre. Por fortuna el
peso de nuestro dedo acusador puede recaer sobre un culpable, o más bien
muchos, en los que descargar la mala hostia compartida. Si hay alguien a quien
echar la culpa ese es nuestro simpático expresidente José Luis Rodríguez
Zapatero, un tipo que aun con todo me sigue cayendo bien, que le voy a hacer,
no tiene cara de malo. Pero no quiero echar más sal en la herida, no quiero
hablar de cómo un gobierno entero que supuestamente estaba formado por los
socialistas más aptos de entre las filas del PSOE fue capaz de tomar tal
cantidad de decisiones erróneas en tan brevísimo espacio de tiempo. Y no sigo
porque yo también me enervo, y porque al fin y al cabo tampoco hubiese sabido
hacerlo mejor.
Por si esto nos pareciese poca
cosa también los gobiernos autonómicos han metido la pata hasta el fondo. El
derroche en las capitales autónomas ha alcanzado unas cifras que nos hubiesen
sonado exageradas incluso en los tiempos de bonanza económica que nos procuró el
bueno de Aznar, con su famosa ley del suelo.
Tenemos aeropuertos suficientes para resguardar a todo el grueso de las
fuerzas aéreas norteamericanas, en un país de apenas 47 millones de habitantes.
También gozamos en nuestros ecosistemas urbanos de modernos y endebles “centros
culturales”, que sabe Dios para qué sirven.
También podemos hablar de
corrupción, pero nos daría para otra entrada. Además creo que ya es suficiente
pesimismo por hoy. Para ser sincero en 2011 han ocurrido muchas cosas buenas,
memorables incluso, pero ya hablaré de eso mañana, o cuando este en disposición
de mostrar algo de optimismo.
No me gusta hablar de economía.
No me gusta nada, preferiría sin ninguna duda que este blog tratase
exclusivamente de temas sociales o políticos. A decir verdad, cuando escribo
economía siento que estoy dando un paseo por un campo bien nutrido de minas. No
me enorgullece confesar que no acabo de entender muchas cuestiones que
considero de vital importancia en este tema. Cada mes aprendo un término nuevo
que no había escuchado hasta el momento pero que parece se ha puesto en boca de
todos de la noche a la mañana. Ya no se si éste fenómeno es fruto de mi humilde
ignorancia o si, como sospecho, la velocidad a la que se mueven los entramados
económicos es mayor que la de nuestra propia consciencia de ellos. En cualquier
caso considero, y creo que es una verdad innegable, que la economía es uno de
los grandes pilares del mundo. El gran engranaje que hace moverse a la sociedad
y pone en funcionamiento nuestra capacidad de supervivencia, aunque no el único
(y quizá no el más importante).
Si escribo una entrada de
contenido puramente económico es porque, como en tantas otras ocasiones, he
visto en la actitud de los políticos españoles directrices que chocan por
completo con mi reducido conocimiento de la economía. Me refiero a la creencia,
muy justificada, de la apremiante e inevitable necesidad de recortar gasto
público a diestro y siniestro hasta recuperar la estabilidad que precedió a la
crisis. Confieso, de nuevo, que sobre economía se bien pocas cosas, pero tengo
un par de ideas claras. Que la ley de la oferta y la demanda no es tan simple
como nos la enseñan en el colegio y que John Maynard Keynes tenía mucha razón
cuando aconsejó al presidente Roosevelt diciéndole: “La expansión, no la
recesión, es el momento idóneo para la austeridad fiscal”. A saber qué habría
ocurrido en Estados Unidos durante la década de los 30 si Roosevelt no hubiese
atendido al consejo de Keynes y hubiese redactado su “New Deal” en base a un
programa de austeridad, como en principio pretendía. Lo cierto es que hubiese
ocurrido algo parecido a lo que está pasando ahora bajo el mandato de Barack
Obama, aunque con consecuencias mucho más catastróficas si contamos con que a
la Gran Depresión le sucedió la 2ª Guerra Mundial.
Con esta introducción histórica (introducciones
que, por cierto, me gustan mucho) se puede explicar la sinrazón de las medidas
económicas adoptadas por la comunidad política en general. Y no me dirijo en
este caso al gobierno actual, sino a todos los mandatarios ya que también los
socialistas cayeron en el mismo error durante la segunda legislatura de
Rodríguez Zapatero. En época de depresión, la reducción del gasto público es el
equivalente de intentar salvar la vida en un naufragio agarrándose a una piedra
y esperando que flote. Claro que por desgracia, lo obvio es actuar (más o
menos) como lo hemos hecho hasta ahora. A primera vista la medida a tomar más
evidente cuando el gasto supera el beneficio es la de recortar ese gasto hasta
que se invierta la balanza. Sin embargo la reducción del gasto público no hace
sino empeorar esta situación, sobre todo en un estado como el nuestro, en el
que el gobierno mantiene con el dinero público gran parte de la productividad.
Pero claro, ahora viene la
pregunta del millón: “¿Acaso se puede hacer otra cosa?” Y su consecuente
respuesta: “No.” Bueno si que se puede intentar una cosa, volver al pasado y enmendar
los incontables errores y derroches que cometimos cuando nos creíamos ricos.
Claro que, a efectos prácticos, esta opción nos queda un poco lejos, de modo
que lo mejor será seguir con el cinturón bien apretado. Pero no como hasta
ahora, piensa este humilde bloguero. Y vuelvo a recordar las palabras de Keynes
cuando decía que la austeridad fiscal debe practicarse en tiempo de expansión y
no de recesión. Por supuesto que es necesario un recorte del gasto público, ¿acaso
son absolutamente necesarias todas las subvenciones que impulsó el gobierno
socialista? Pero es importante encontrar el límite de estos recortes y actuar
de acuerdo con los planteamientos neokeynesianos
que ya resultaron útiles en situaciones muy semejantes.
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