Francotiradores. No puedo imaginar que un político, sea cual
sea su condición, decida apostar francotiradores entre los edificios de una
ciudad con la orden de disparar al menor indicio de sublevación. En ciudades
como Homs, cuya calle principal ha sido apodada por sus habitantes como la Avenida de la Muerte, el gobierno sirio trata de ganar la guerra psicológica mediante el miedo que
estos asesinos invisibles provocan en la población. Caminar por la calle con la
sensación constante de encontrarte en el objetivo de un fusil, con la certeza
de que en cualquier momento un hombre a cientos de metros puede volarte la
cabeza, no concibo sensación más angustiosa. Y eso no es todo. Órdenes directas
del alto mando sirio son las responsables de miles de muertes causadas por el
fuego de mortero. Puedo llegar a comprender con infinita repulsión un bombardeo
sobre una ciudad enemiga en caso de guerra abierta, incluso es posible que en
el fragor del conflicto los soldados abran fuego contra los sublevados con la
intención de hacerles retroceder. Pero la orden de bombardear con granadas de
mortero a una concentración de civiles inocentes y pacíficos, dentro de las
propias fronteras del país y sin existir siquiera una guerra civil explícita,
es tan despreciable como carente de sentido. Matar a tu propio pueblo. No en
defensa del gobierno, sino como represalia, conscientemente, en demostración de
poder y ejemplo de castigo. Una acción así no solo es un acto atroz, es el
punto y final de un régimen. Cuando el gobierno recurre a la violencia y a la
muerte para mantenerse en el poder, es que ya lo ha perdido. Cada vez que
Bashar Al Assad acribilla a un levantisco, cada vez que viola y mata a una
mujer, cada niño que deja morir de hambre, no crea un muerto más que arrojar en
la fosa, crea un mártir. Mártires que
serán los que caben la sepultura del dictador, personas que con crueldad fueron
alejados de la vida siguen viviendo en la memoria de aquellos que lucharon por
salvarlos, alimentando su odio, su rabia, su deseo indomable de venganza.
Llegados a este punto probablemente haya conseguido hacer hervir la
ira de más de uno e incluso sentiréis un tenue deseo de venganza por una
injusticia de la que no tenéis consciencia y que se produce a cientos de
kilómetros. Pero no es sed de venganza lo que quiero estimular con este
artículo, sino simplemente repulsión. Soy contrario a la violencia por
naturaleza y creo sin duda alguna que hay valores mucho más importantes que la
venganza. No coincido con aquellos que creen que la justicia consiste en el ojo
por ojo, la muerte de un hombre no devolverá la vida a los 6.000 que la
perdieron por sus actos. Durante mucho tiempo la revuelta siria se caracterizó
por una actitud absolutamente pacífica y bienintencionada, en contraste con la
cruel violencia que desde el principio las autoridades utilizaron en su contra.
Por desgracia resulta complicado mostrarse pacífico cuando tus seres queridos
corren el riesgo de ser despedazados por la explosión de un mortero. No se
puede calificar de revolución lo que los rebeldes sirios están realizando,
porque en realidad no es más que una defensa desesperada contra las fuerzas
armadas de un régimen que parece tratar de erradicarlos más que de acallarlos. Pero
a fuerza de sufrimiento la guerra se hace cada vez más real y llegará el
momento en que el pueblo sirio se hará fuerte frente a su opresor. Y entonces
el baño de sangre se multiplicará.
El reportero Abu Salah recoge el
cuerpo inerte de una niña despedazada.
La ciudad rebelde de Homs,
derruida y acribillada mor la metralla.
(Imagen de Periodismo Humano)
Hacerles callar fue la prioridad del gobierno, al igual que en
el resto de países que vivieron la Primavera Árabe, nada más empezar las
protestas. Era necesario suprimir al mínimo posible la comunicación entre los
ciudadanos y aún más que la información superase las fronteras de Siria. Al
igual que en Egipto, la ley siria contempla una cláusula especial para casos de
emergencia en la que se permite explícitamente la detención y el
ajusticiamiento sin proceso de periodistas y divulgadores en general. Esto se
traduce en la muerte de dos reporteros internacionales, la de tantos otros
periodistas sirios y el encarcelamiento de infinidad de personas acusadas de
decir la verdad. Pero actualmente frenar el flujo de la información es una
tarea tan titánica que ni el gobierno sirio ni todos sus coetáneos árabes
podrían conseguir realmente. El régimen de Al Assad trató de cerrar en primer
momento toda conexión a Internet, no surtió el efecto que esperaban puesto que
miles de usuarios consiguieron publicar videos, imágenes y escritos mediante
sus contactos en el exterior. Como respuesta el gobierno decidió abrir la
puerta a páginas como Twitter o Facebook, pero esgrimiendo una terrible censura
sobre la libertad de expresión. Por estos medios no saldrá ningún comentario
que el gobierno no quiera oír. Para el resto del mundo también resulta difícil
encontrar información fiable sobre lo que realmente ocurre dentro del país. Por
un lado, la versión oficial asegura que la gran mayoría de las víctimas se
encuentra en el bando de Al Assad y que la cifra de muertes no es tan exagerada
como otros medios tratan de hacernos creer. Contrariando a estas afirmaciones
tenemos a decenas de reporteros occidentales que se juegan la vida
cartografiando punto por punto el conflicto y que aseguran que los muertos
ascienden a más de 6.000 y que la nación se ha convertido en un infierno
insufrible para los que se oponen al régimen. Nuestros periodistas se ven
obligados a pasar las fronteras ocultos y permanecer alejados de las
autoridades en todo momento, en caso de caer en manos de la policía su mejor
opción de futuro podría ser una larga temporada en un calabozo. La otra opción
es mejor no mencionarla.
La frontera con Akkar, región de Líbano fronteriza con Siria,
se satura de refugiados que tratan desesperadamente de abandonar su tierra
natal porque temen que se convierta en su tumba prematura. Cientos de
inmigrantes cruzan la frontera con la esperanza de ser bien recibidos en el
país vecino. Muchos de ellos no se registran porque temen ser expulsados por
las autoridades libanesas, que no dan abasto para atender a tal cantidad de
personas. El ejército libanés se ha desplegado en esta región para tratar de
frenar, o al menos desviar, una marea de personas que amenaza con colapsar
todos los hospitales y servicios locales. La frontera con Akkar se encuentra a
unos 30 kilómetros de la ciudad de Homs, esto la convierte en el destino por antonomasia
de todos los refugiados sirios. Sin embargo, esos 30 kilómetros se convierten
en casi 100 ya que es imposible cruzar la frontera por los pasos habituales.
Tanto en uno como en otro lado del límite se estacionan controles que o bien te
retienen en el país o te mandan de vuelta, si bien las autoridades libanesas
tratan de dar auxilio médico antes de repatriar a los pobres infelices.
“Recuerdo poco, sólo que me cerraron la herida
en una casa particular y me metieron en un coche. Luego fuimos en moto. Un
trayecto que suele hacerse en 10 minutos nos llevó dos horas y media”.
Abu Mohamed, 29 años, Homs
Rusia y China se niegan a intervenir militarmente en el
conflicto sirio, alegando que son los propios sirios los que tienen que optar
por una resolución pacífica. Ambos países impusieron su derecho a veto en el
Consejo de Seguridad que las Organización de Naciones Unidas protagonizó el pasado
5 de Febrero, sobre el tema de siria. Su decisión provocó una ola de adjetivos
despectivos por parte del resto de países que sí votaron a favor de la
resolución propuesta. Según el embajador ruso, Vitali Churkin, la decisión se
debe a que su país no está dispuesto a firmar el plan de paz de la Liga Árabe
puesto que éste supone la destitución inmediata de Bashar Al Assad como presidente
de Siria. Rusia tiene intereses estratégicos y económicos en Siria y es obvio
que le beneficia un solo dictador amistoso que una complejo, impredecible y
cambiante gobierno democrático. Los intereses de China son puramente
comerciales pero en el caso del país asiático esto no supuso una novedad para
los miembros de la ONU, apenas existen casos en los que China haya aprobado
algo que no repercuta beneficiosamente en su economía. El veto de Rusia ha
despertado una frustración mucho mayor puesto que, además de proporcionarles a
Al Assad la posibilidad de continuar sus crímenes, está intentando darle amparo
diplomático a la criminalidad del tirano. Estados Unidos expresó sin tapujos
que está “asqueado” por la decisión de ambos países, la Unión Europea califica
la votación de “vergonzosa”, “inaceptable” y “cómplice” e incluso el secretario
general de la ONU, Ban Ki-moon, se mostró decepcionado con el camino por el que
las dos naciones habían optado. Es difícil para países como Rusia o China, que
actualmente se encuentran en un desarrollo económico increíblemente acelerado,
tomar decisión que puedan resultar nocivas para sus intereses o su futuro,
intentan hacerse un hueco en el concierto global de los mercados.
"Apoyamos toda iniciativa tendente a crear las condiciones para un
diálogo entre los sirios. Es lo que debe hacer la comunidad internacional, ya
sea el mundo árabe, Europa, Estados Unidos y otras regiones del mundo"
Sergei Lavrov, canciller ruso.
La situación en Siria parece
precipitarse por momentos al conflicto armado. Quizá las tropas de Al Assad
consigan mermar de tal forma las fuerzas rebeldes que la insurrección violenta
se convierta en una acción inviable. Creo que se hace cada vez más necesaria
una intervención militar de la Liga Árabe en conjunto con Naciones Unidas. Sin
embargo mientras no haya consenso entre todos sus miembros esta opción queda
descartada. Al fin y al caco combatir la guerra con más guerra no es más que
una solución a corto plazo. Aunque Bashar Al Assad logre imponer de nuevo su
mandato, lo cierto es que su tiranía ya terminó. Más tarde o más temprano el
régimen caerá, ya sea por las fuerzas aunadas de su propio pueblo o por la
indignación que el resto de naciones siente hacia los crímenes del tirano. Y
entonces se sumará a la lista de países que lograron imponer la democracia en
primavera.
"Egyptian & Syrian Giant flags join in
Tahrir" Kalnaga
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1 comentarios:
Aunque no me gusta lo que está pasando en Siria, creo que en parte Rusia y China tienen razón, el conflicto armado no es la solución. Sólo con presión internacional pacífica, quizás bloqueo económico, se puuedan solucionar las cosas.
Aún así, enhorabuena por el blog colega, está genial! :)
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