El sistema electivo del
secretario general del PSOE es, cuanto menos, extraño. Anticuado e incluso
injusto en algunos casos. Casi parece un guiño al también anticuado e injusto,
aunque por desgracia no tan extraño, sistema electoral español. Aunque a
efectos prácticos sean los militantes del PSOE quienes eligen al secretario en
realidad esto no es exactamente así. Lo que eligen los militantes de cada
agrupación son unos representantes, escogidos en asamblea, de los cuales serán
designados unos cuantos delegados encargados de emitir el voto a un candidato o
a otro, se supone en función de los intereses de los militantes. Tan solo 956
delegados en toda España representaran la elección de más de 200.000 militantes
socialistas.
Entre estas 956 personas se decidirá
el futuro del partido, aunque perdonadme si pienso que entre las dos opciones
existentes sería indiferente elegir una u otra, el resultado apenas varía. Aunque
así sea, todo apunta a que en poco tiempo tendremos una oposición socialista
bajo el mando de Carme Chacón. Alfredo Pérez Rubalcaba, aunque no puedo evitar
verle como un buen político, no ha sabido elegir el momento oportuno para nada
y sigue teniendo esa falta de liderazgo en su personalidad que parece
condenarle a no alcanzar nunca el poder ejecutivo. Chacón cuenta con un apoyo
incondicional en Cataluña, como por desgracia era de esperar, y se ha hecho
fuerte en tantas otras comunidades. Según las estadísticas la exministra
aventaja a su contrario por aproximadamente 50 delegados, aunque en un sistema
de elección tan ambiguo es bien posible que esta diferencia se recorte mucho
más de lo esperado.
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