Esta mañana mi profesor ha sido incapaz de explicarme el entramado económico de Europa sin contradecirse a sí mismo. Y mientras trataba de simplificar para la clase el origen de la crisis financiera he notado como su discurso hacia aguas. Creo que ni él mismo comprendía sus propios argumentos. Después de gastar un tiempo en conjeturas y explicaciones endebles la clase se ha quedado satisfecha, yo no.

Me preocupa la posibilidad de que estemos buscando soluciones para un problema que no entendemos realmente. Apostaría a que más de la mitad de la población no sabría cómo explicar, por ejemplo, la economía de mercados y seguro que un considerable porcentaje si quiera sabría qué diablos es eso. De modo que lo único que nos queda es confiar en que las personas que elegimos para “manejar” la economía sepan al menos qué están haciendo. Aún peor si cabe, tenemos confiar que estos individuos tendrán la conciencia necesaria para no aprovecharse de la ignorancia del resto. Claro que, aún en el caso de que la política cumpliese minuciosamente con su cometido, ¿quién nos asegura que el poder de los mercados se doblega a la autoridad política? Esta idea se vuelve un poco más fantástica cada día que pasa.

Termino con la frase de un amigo que considero la más representativa de esta situación. Espero que no hiera la sensibilidad de nadie:
“Nos están dando por culo, pero no tenemos muy claro donde está nuestro culo”

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