El primer ministro italiano,
Mario Monti (ex-asesor financiero de Coca-Cola o Goldman Sachs, entre otros) ha
deslumbrado hoy al pueblo italiano en un despreocupado acto de solidaridad sin
precedentes. Con toda la normalidad del mundo ha anunciado que renunciará a su
sueldo (o compensación retributiva si preferís el eufemismo) como primer
ministro y ministro de economía. Se quedará en ese caso con lo que le reporte
su cargo de senador, pero no os preocupéis por el bueno de Mario, confío en que
se guardara algún pellizco de sus anteriores y bien remunerados empleos. Aunque
me burle un poco de esta decisión, lo cierto es que bastante acertada,
contentará a las masas de italianos
enfadados y no hay queja posible ya que, al fin y al cabo, está contribuyendo
al ahorro general. Es preocupante que personas como Monti, de quien apenas se
puede decir que haya sido democráticamente elegido, sean tan buenos o mejor
políticos que los que fueron elegidos por sufragio directo. Y es que resulta
innegable que hasta ahora el nuevo primer ministro ha hecho una tarea realmente
ejemplar, claro que, al fin y al cabo, está en su puesto para eso. Me lleva
pensar que no elegimos al mejor hombre, o mujer, para el cargo como en teoría
debería ser, lo que nosotros elegimos por votación es la cara más bonita y las
manos más limpias.
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